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Randall Smith

Algunos dicen que la gente se está yendo de la Iglesia Católica a causa de los escándalos. Esto me confunde. ¿En quién pusiste tu fe? ¿En el cura, en el obispo, o en Dios? Si pusiste tu fe en un sacerdote, un obispo o incluso en el Papa, entonces lo que profesaste fue idolatría, no la fe cristiana.

¿Estoy minimizando la gravedad del escándalo o el daño que ha causado? No, pero pongamos las cosas en perspectiva. Si preguntas: “¿Cómo puedo seguir teniendo fe en la Iglesia Católica después de todos estos horrores?” Podrías ponerte en el lugar de la comunidad judía después del Holocausto. Tuvieron que preguntarse a sí mismos: “¿Cómo puedo seguir teniendo fe en Dios después de haber sufrido ésto?”

¿Cómo podemos continuar dedicándonos a una comunidad tan infiel a Dios? Moisés hizo la misma pregunta cuando vio la infidelidad de sus compañeros israelitas en el desierto. Los profetas hicieron la misma pregunta al contemplar las infidelidades de su gente en la Tierra Prometida. Los primeros apóstoles debieron hacerse la misma pregunta cuando vieron que era uno de su propio grupo el que entregó a Jesús a sus enemigos. Y el mismo Pedro, la “roca” sobre la cual se iba a construir la Iglesia, negó haber conocido al Señor en su momento de mayor necesidad. ¿Qué se puede comparar con eso?

¿Qué tan difícil debe haber sido permanecer en la Iglesia mientras los amigos, vecinos y familiares eran martirizados, destrozados por los animales o quemados vivos por negarse a deponer su fe? Cuán difícil debe haber sido permanecer en la Iglesia cuando tantos otros amigos, vecinos y miembros de la familia cedieron y negaron a Cristo frente a las amenazas de las autoridades romanas. La vida en la Iglesia rara vez ha sido fácil.

¿Qué hubieras hecho cuando la crisis arriana dividió a la Iglesia en dos […]  y la mayoría del imperio estaba aliada con los arrianos? ¿Qué tal cuando tres hombres afirmaron ser el papa en el siglo XIV? ¿O cuando la revuelta protestante dividió a la cristiandad y gran parte de la jerarquía eclesiástica estaba corrompida y agotada? El Concilio de Trento fue un gran regalo del Espíritu, pero no comenzó hasta 1545 (Martín Lutero escribió las 95 tesis en 1517) y no concluyó hasta 1563, casi veinte años después.

Imagínate ser católico en medio de estos escándalos ¿Qué habrías hecho? ¿Hubieras sido uno de los que se quedaron y dieron la buena pelea por la fe? ¿O hubieras sido uno de los muchos que dijeron: “Eso es todo. Me voy”?

Pero, ¿a dónde te hubieras ido? Esa es la pregunta que Pedro le hace a Cristo. “Señor, ¿a dónde vamos a ir?” Tú tienes dichos de vida eterna.

Lo siento, pero ¿se me escapa alguna cosa? ¿Fundó Cristo alguna otra Iglesia, la Iglesia de la gente buena y la liturgia perfecta? ¿La iglesia en la que la totalidad del clero y los laicos son doctrinalmente puros y sin pecado? Pregunto porque nunca la he visto. Nunca he leído sobre tal cosa en las Escrituras, ni los Padres y Doctores de la Iglesia lo mencionaron. Todo lo contrario; ellos hablan repetidamente sobre el elemento humano de la Iglesia, que es pecaminoso y necesita la redención de Cristo.

¿Estos escándalos mantienen a las personas alejadas de la Iglesia? ¡Por favor! La gente se está alejando de la Iglesia porque la Iglesia hace afirmaciones morales incómodas y porque los católicos no somos un testimonio vivo de las verdades que la Iglesia enseña. Las encuestas han demostrado repetidamente que los católicos apenas se diferencian del público en general en sus opiniones sobre cuestiones morales fundamentales. Los católicos en San Francisco amenazaron con demandar a su propio obispo cuando trató de hacer cumplir los principios morales básicos en las escuelas católicas. El arzobispo Chaput está vedado de dar charlas en muchas universidades católicas, mientras que, tanto el cardenal Mahoney, supuestamente bajo penitencia, como el ex-cardenal McCarrick, van a donde se les da la gana.

Pregunte a los sacerdotes y editores de sitios web católicos “conservadores” qué tipo de respuesta reciben cuando tratan de decirle a los laicos que deben pagar un salario digno, ser justos y honestos en sus prácticas comerciales, o ejercer una opción preferencial por los pobres. ¿Qué tipo de sacerdotes y obispos quieres tener cuando grandes porciones de laicos se rebelan si oyen algo desde el púlpito en contra del aborto, la anticoncepción, la fornicación y la actividad sexual entre personas del mismo sexo?

Una gran proporción de católicos estadounidenses querían obispos que hicieran la vista gorda ante la abierta violación de las enseñanzas católicas fundamentales. ¿Por qué ahora esos mismos se sorprenden al descubrir que algunos de aquellos hombres “relajaron las reglas” en sus vidas personales también? ¿Era fidelidad lo que la gente estaba buscando? ¿O una personalidad ganadora y capaz de recaudar dinero? ¿No fue esa la razón por la que tantas instituciones que condenaron tan justamente a McCarrick, antes le habían prodigado tantos honores y elogios?

C. S. Lewis una vez se quejó de una cultura que produce “hombres vacuos” y luego espera de ellos la virtud. “Nos reímos del honor”, escribió Lewis, “y luego nos escandalizamos al encontrar traidores entre nosotros. Castramos y luego pedimos a los eunucos que sean fructíferos.” Una Iglesia católica estadounidense que se rió de las enseñanzas sociales católicas y de la moral sexual católica no debería sorprenderse de encontrar herejes y amorales entre sus filas.

¿Que hacemos ahora? ¿Exigir la verdad? Ciertamente. Pero como recalcó el dirigente checo Vaclav Havel, “debemos exigir la verdad por medio de vivir en la verdad.” Deberíamos decir de la auténtica enseñanza de la Iglesia aquello que dijo San Agustín sobre el Evangelio: “Si crees lo que te gusta en los Evangelios y rechazas lo que no te gusta, no crees en el Evangelio, sino en ti mismo”.

¿Eres católico? Entonces deja de preocuparte, y pórtate como un católico.

The Catholic Thing