Quod scripsi, scripsi (Español)

Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat

Misión

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La misión de Primera Luz

“Recordad que la vida cristiana es una vida de acción y no de sueños y palabrería. Que en tu vida haya pocas palabras y muchas buenas acciones bien hechas”.
San Vicente Pallotti.

Primera Luz es un webzine de apologética y temas católicos de interés general redactado por laicos fieles a la enseñanza magisterial de la Iglesia Católica y a la Cátedra Petrina. La misión de Primera Luz es presentar lecturas y audiovisuales que ayuden al católico de habla castellana a formarse en la fe y en la defensa de la doctrina apostólica. En este esfuerzo colectivo, nuestra comunidad no olvida a quienes han recibido la llamada y están en el proceso de discernir su entrada a la Iglesia Católica. Esperamos que las muchas historias de conversiones, vidas ejemplares y el ejemplo de los santos de todos los tiempos, impulsen a muchos a buscar a Cristo en la Iglesia que él fundó.

En su encíclica Redemptoris Missio, Juan Pablo II resumió perfectamente la tarea que está puesta delante de nosotros:

¡Pueblos todos, abrid las puertas a Cristo! Su Evangelio no resta nada a la libertad humana, al debido respeto de las culturas, a cuanto hay de bueno en cada religión. Al acoger a Cristo, os abrís a la Palabra definitiva de Dios, a aquel en quien Dios se ha dado a conocer plenamente y a quien el mismo Dios nos ha indicado como camino para llegar hasta él. El número de los que aún no conocen a Cristo ni forman parte de la Iglesia aumenta constantemente; más aún, desde el final del Concilio, casi se ha duplicado. Para esta humanidad inmensa, tan amada por el Padre que por ella envió a su propio Hijo, es patente la urgencia de la misión.

Por otra parte, nuestra época ofrece en este campo nuevas ocasiones a la Iglesia: la caída de ideologías y sistemas políticos opresores; la apertura de fronteras y la configuración de un mundo más unido, merced al incremento de los medios de comunicación; el afianzarse en los pueblos los valores evangélicos que Jesús encarnó en su vida (paz, justicia, fraternidad, dedicación a los más necesitados); un tipo de desarrollo económico y técnico falto de alma que, no obstante, apremia a buscar la verdad sobre Dios, sobre el hombre y sobre el sentido de la vida.

Dios abre a la Iglesia horizontes de una humanidad más preparada para la siembra evangélica. Preveo que ha llegado el momento de dedicar todas las fuerzas eclesiales a la nueva evangelización y a la misión ad gentes. Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos. (Redemptoris Missio, 3.)

La urgencia de esta llamada no puede ser minimizada. El cristiano de hoy está llamado a actuar tal como lo hicieron los cristianos de los primeros siglos. Nos toca a nosotros ser una vez más la sal de la tierra y dar vida con el Evangelio a un mundo moribundo y a una cultura que ha perdido el rumbo y se acerca peligrosamente al abismo de la extinción.

Nuestro esfuerzo debe seguir el ejemplo perfecto de María que en el primer siglo fue la “primera luz” del Evangelio que iluminó la noche oscura de aquel antiguo mundo en decadencia, el mundo pagano.

No hay tiempo que perder.