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P. Robert Altier
Robert Altier

San Pablo nos dice que debemos aprovechar al máximo nuestro tiempo porque los días son malos. No estamos simplemente viviendo en días que son malvados, estamos viviendo en los días de los que habló Isaías, los días en que llamarán mal al bien y al mal bien. Y nos han lavado el cerebro para pensar que las cosas malvadas están bien. Pues no lo están.

Lo que estoy a punto de transmitir es completamente incorrecto desde el punto de vista político y, si algunos jóvenes oídos no quieren oírlo, tal vez sea mejor para ellos que pasen la página.

En las últimas semanas, hemos escuchado algunas cosas bastante desafortunadas. Un cardenal de la Iglesia que abusó de niños y jóvenes, y ahora en Pennsylvania, el gran jurado informa que 301 sacerdotes violaron a más de 1.000 niños. Y encima de eso tenemos el encubrimiento por parte del episcopado –episcopado significa “los obispos”– el encubrimiento proviene de los obispos. Y no es simplemente encubrimiento, es la ejecución de una agenda.

Quienes han seguido el asunto con atención desde 2002, cuando todo esto salió a la luz, escucharon como los obispos llegan siempre a la misma conclusión: “es pedofilia, es pedofilia, es pedofilia.” No señor, no es pedofilia. De hecho, el instituto John Jay, el grupo que los obispos mismos contrataron para evaluar lo que estaba sucediendo, respondió y dijo que este es un problema homosexual. El 86.6% (si mal no recuerdo) de todos los casos de abuso, las víctimas fueron varones pos-pubescentes, y los obispos les dijeron a los investigadores: “estúdienlo de nuevo, vuelvan a escribir el informe y digan que esto no es un problema homosexual.” Pues, lo hicieron y dijeron que en el 86.6% los casos se trata de hombres pospuberales, pero no es un problema homosexual … ¡Vaya! ¿Cómo es éso?

Veamos entonces, la pedofilia es la violación de niños prepúberes, pero menos del 3% de todos los casos examinados fueron casos de pedofilia. La efebofilia es la violación de los niños pospúberes, en tanto que la pederastia en particular, se enfoca en los varones pospuberales. Eso es lo que estamos examinando aquí.

A esta altura debemos hacer una distinción importante, hay algunas personas muy, muy buenas que luchan con algún tipo de inclinación homosexual. Todos nosotros luchamos con cosas diferentes, eso no significa que seamos malas personas solo porque tenemos ciertas debilidades. Y la Iglesia reconoce que esa orientación no es mala, es la práctica lo que está mal. Y entonces, para estos hombres que quieren vivir una vida recta pero que están tratando de resistir esas tentaciones, esa inclinación es una cruz. Y es una gran cruz que deben llevar. De hecho, uno puede imaginarse cuánto ama Dios a esas personas si les permite llevar una cruz tan grande.

Ahora necesitamos enfocarnos otra vez en nosotros mismos, por ejemplo podemos afirmar correctamente que hay quienes luchan con el alcohol, o la pornografía, lo que sea. Quienes realmente están tratando de luchar contra esas tentaciones, son buenas personas con una debilidad. El caso de un traficante de drogas, por ejemplo, es diferente. Lo mismo vale para el que produce pornografía, o el proxeneta y así por el estilo; esos son unos puercos. El hombre que está resistiendo sus tentaciones y tratando de vivir una buena vida es una buena persona con una debilidad. Y esa es la distinción que debemos tener en cuenta.

Y así, la posición de la Iglesia es muy clara en esto: los hombres con una tendencia homosexual profundamente arraigada no deben ir al seminario. Eso no se debe a que la Iglesia sea discriminatoria, o que odie a tales personas. El principio es simple: ¿llevaríamos a un bar a alguien que está luchando con el alcoholismo? Para él sería una tentación. No permitimos que los hombres entren en los conventos de mujeres porque no pasaría mucho tiempo antes de que alguien se metiera en un problema. Es así que la Iglesia considera las cosas cuando dice que algo no es aconsejable.

Regresemos al tiempo en que yo estaba en el seminario de la universidad. Estaba conversando con otro seminarista, cuando me miró y me preguntó si alguna vez querría ir a ducharme al vestuario de las mujeres. Dije ciertamente que no. Él dijo: “Bien, ¿por qué no?” Le hablé de las tentaciones y los problemas … y me respondió: “Tienes razón, ahora sabes por lo que tengo que pasar yo cuando entro en el vestuario de hombres.” Pensé “¡oh Dios mío … qué asco!” Po eso la Iglesia dice que, incluso un buen hombre, que lucha e intenta superar su problema, no debe ser puesto en un ambiente que para él sea una tentación.

La Infiltración Intencional y Maligna de la Iglesia

Entonces, queda claro que esas no son las personas con las que estamos teniendo problemas. Las personas con las que tenemos un problema provienen de dos grupos diferentes y hay que entender que están promoviendo una infiltración intencional y maliciosa de la Iglesia con el propósito de destruirla desde adentro. Necesitamos entender eso.

Cuando yo estaba en el seminario, aquel era uno de los peores seminarios de los Estados Unidos y en 1983 nuestro seminario estaba en su peor momento. Yo entré en 1985. Para entonces las cosas estaban un poco mejor. Pero aquella gente era realmente arrogante. Debo señalar que en mis años de seminario, si uno no era homosexual o feminista radical, uno estaba en un gran problema. Uno de los profesores fue lo suficientemente arrogante como para declarar durante una clase: “Martín Lutero tuvo la idea correcta, pero la llevó a cabo de forma incorrecta: dejó la Iglesia. No se puede cambiar a la Iglesia desde afuera, solo puedes cambiarla desde adentro, así que no nos vamos a ir.”

Conclusión: estas son personas que tienen un plan de acción. ¿Cuáles son los dos grupos? El número uno es un grupo de homosexuales depredadores que comenzaron su infiltración en la Iglesia en 1924. ¿Quiere enterarse cómo? Hay un libro llamado The Homosexual Network escrito en 1982,[1] unos 20 años antes de que todas estas cosas explotaran. Un hombre llamado Enrique Rueda examinó todo esto, estudió todas sus publicaciones –pues los infiltradores publicaban cada año el número de seminaristas, sacerdotes y obispos que tenían– Enrique Rueda pudo remontarse a 1924, cuando todo comenzó. Allá por 1929, los comunistas comenzaron su propia infiltración en el sacerdocio. Ambos grupos hicieron exactamente lo mismo. Si quieres enterarte de la infiltración comunista, debes leer también lo que ha dejado Bella Dodd, que era una comunista convencida que dejó el comunismo y se convirtió al catolicismo. Ella testificó ante el Congreso de los Estados Unidos en 1953 y en ese testimonio dijo que “recibimos las instrucciones del Kremlin en 1929 sobre lo que teníamos que hacer”, y dijo “debíamos tomar lo mejor y más brillante, los tipos que eran inteligentes.” lo suficientemente inteligentes como para vivir una doble vida, chicos guapos y sociables, que se hicieran notar ante el obispo y pudieran progresar en la jerarquía, convirtiéndose en directores vocacionales, que luego pudieran llegar a ser obispos, rectores de seminarios, y obtener otras posiciones influyentes.” Y agregó: “tuvimos éxito más allá de nuestras esperanzas más optimistas.” Dodd admitió: “Soy personalmente responsable de haber infiltrado más de 1.200 seminaristas, sacerdotes y obispos.” Téngase en cuenta que habían comenzado en 1929 – en 1953 Dodd dijo: “ya tenemos cuatro cardenales en el Vaticano.” ¡Eso fue en 1953! Hoy es mucho peor.

Esos son los dos grupos. Si quieres leer sobre Bella Dodd, ella escribió un libro llamado School of Darkness, que se publicó en 1954.[2] Para entender el objetivo de toda esta promoción, la propaganda, la agenda, hay que leer otro libro que fue escrito en 1932 por un hombre llamado William Foster. William Foster se postuló para presidente de los Estados Unidos en 1924, 1928 y 1932 como candidato del Partido Comunista de los Estados Unidos. En 1932, escribió un libro llamado Toward Soviet America. Y en ese libro, dijo “no podemos llegar a los estadounidenses porque lo impiden tres cosas: su moralidad, su familia y su patriotismo.” Y dijo: “así que la forma en que vamos a atacar estas tres las cosas es, a través de la homosexualidad y el feminismo radical.” Se ve a las claras que han sido extraordinariamente exitosos.

Entonces, ¿a qué nos enfrentamos? Estamos lidiando con un grupo de depredadores homosexuales que se convirtieron en sacerdotes no para servir a la Iglesia, sino para destruirla desde adentro. Hoy están en todos los niveles. Hay un artículo que acaba de salir publicado en el National Catholic Register en el que seis sacerdotes de la diócesis de Newark fueron interrogados y hablaron sobre la red homosexual en su diócesis. Están en todas partes, no solo en Newark. Se encubren unos a otros, comparten sus víctimas entre ellos, hacen todo tipo de cosas horribles. La red está tan extendida que ya se habla a nivel federal de utilizar las leyes RICO[3] contra la Iglesia debido a toda esta basura que está sucediendo.

Y la gente pregunta, ¿por qué los buenos sacerdotes no hablan? Estuve hablando con un amigo el otro día, él me dijo: “Estoy enterado de esto ya por 50 años y tú lo has sabido durante 40 años.” Sí, ya es hora de que salga a la luz. Entonces, ¿por qué nadie ha hablado? Número uno, si hubiera denunciado esto hace un par de años, ¿se hubiera creído lo que hoy estoy diciendo? Número dos, ¿a quién se supone que debemos ir? La corrupción ya llega a la cima. En mi tiempo, si alguien quería ser ordenado sacerdote, no podía decir una palabra sobre el asunto. Y ya como sacerdote tampoco podía.

Esos sacerdotes que fueron entrevistados en el National Catholic Registry solo permitieron que se los entreviste anónimamente. Exigían el anonimato porque tenían miedo de lo que iba a pasarles si los obispos y la gente de la cancillería descubrían quién era el que hablaba. Tal es el poder que tiene la mafia homosexual. Tomemos conciencia de eso. Os cuento una historia rápida sobre lo mal que estaban las cosas. Cuando yo estaba en el seminario, ponían su propaganda comunista, yo la arrancaba y cada vez que hacía eso aparecía un anuncio: “Alguien está sacando los avisos de la pizarra …” Pero cuando yo ponía un aviso anunciando que íbamos a rezar el Rosario, era derribado inmediatamente y nunca había objeciones. A pesar de lo dicho, afortunadamente el seminario de hoy es mucho mejor de lo que era entonces. Los jóvenes de hoy no tienen que lidiar con esa basura, pero tal era el clima por aquellos tiempos.

Ahora bien, si tomamos solo el caso de McCarrick, dado que ha sido noticia, todo el mundo está disgustado con lo que ese hombre le hizo a niños y hombres jóvenes bajo su responsabilidad, y con razón. Pero para cualquiera que piense que todo esto está perfecto, que los homosexuales son personas agradables que no son diferentes del resto de la gente, les pido que miren lo que hizo McCarrick: esa es la cara de la homosexualidad depredadora.

Los depredadores no son buenas personas que son como todos los demás. Aunque le resulte repugnante pensarlo, piense que este hombre se subió al púlpito a predicar durante 50 años, se sentó en el confesionario, estaba en la oficina del obispo tomando decisiones sobre la vida de los sacerdotes, sobre las finanzas diocesanas, sobre la dirección de la diócesis, etc. Sirvió en comisiones del Vaticano, fue asesor del Vaticano, ordenó muchos obispos. ¿Qué clase de consejo cree usted que alguien que lucha con algún problema sexual en el confesionario hubiera recibido de alguien así? ¿Qué tipo de hombres cree usted que él puede haber elevado al obispado?

¿Ahora entiendes por qué escuchamos sandeces en lugar de buenas homilías? ¿Se entiende por qué hay problemas en el mundo que no se abordan? De eso se trata. ¿Dónde está la integridad doctrinal? ¿Dónde está la enseñanza moral? Alguien que no lo está viviendo no va a enseñarlo. Después de este informe del gran jurado que salió hace unos días de Pennsylvania, hay varios estados más que ya están hablando de convenir su propio gran jurado. Probablemente esto se extenderá a otros estados, así que lo digo simplemente para que se sepa: se va escuchar mucho más sobre esto en los noticiarios.

Y por triste que sea, tenemos que reconocer que en realidad es algo muy bueno. Es la purificación de la Iglesia y eso conducirá finalmente a su crucifixión. No muchos seguirán siendo fieles, desafortunadamente. Pero cuando lo vemos y decimos: “bueno, si esto es lo que está sucediendo en la Iglesia, ¿qué se supone que debemos hacer?” Se supone que debemos mirar a Jesús y decir exactamente lo que dijo San Pedro, “Señor, ¿a quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna.”

Jesús fundó una Iglesia y esa Iglesia es la única institución en el mundo para la salvación de las almas. Fue fundada para ese propósito y permanecerá hasta el fin del mundo por esa razón.

He hablado con varias personas devotas y santas en estas últimas semanas sobre lo que está sucediendo. Todos coinciden conmigo en el mismo punto: el trabajo de Nuestra Señora finalmente ha comenzado ¡Alabado sea el Señor!

Dios le dio a los obispos 16 años para que limpiaran este desastre y no hicieron nada. Ahora oiremos lo que dicen los obispos.


[1] Enrique Rueda, The Homosexual Network: Private Lives and Public Policy, Junio 1986. Old Greenwich, Connecticut: Devin Adair Co., 1982. || NOTA DEL EDITOR: Ver también la obra de Randy Engel:  The Rite of Sodomy Homosexuality and the Roman Catholic Church Ed. Tapa Blanda,  2006, New Engel Publishing; Export, Pennsylvania.

[2] Bella V. Dodd, School of Darkness, P. J. Kennedy and Sons, New York 1954, Reedición por Angelico Press, Kettering, Ohio, 2017.

[3] RICO: Aprobada en 1970, la Ley de organizaciones controladas por los sindicatos del crimen y la corrupción (RICO por las siglas en inglés de: Racketeer Influenced and Corrupt Organizations) es una ley federal diseñada para combatir el crimen organizado en los Estados Unidos. Permite el enjuiciamiento y las sanciones civiles por la actividad de crimen organizado realizada como parte de una empresa criminal en curso.