la-voz-del-aguila

Carlos Caso-Rosendi

El icono que se nos presenta en la tilma de San Juan Diego está cargado de significado, colmado de signos como para confundir aún al más perspicaz de los analistas. Muchos sabios talentosos han estudiado la imagen de la Virgen de Guadalupe para entender mejor los varios estratos simbólicos que contiene. Obviamente, estamos contemplando un gran misterio y revelarlo llevará varias generaciones. No tenemos otra opción que  “pararnos sobre los hombros” de los estudiosos que nos antecedieron y continuar con su trabajo. Se podría decir que toda la experiencia de Guadalupe tiene su propia semiosis, [1] su propia manera de generar signos que superan los límites de la representación icónica y penetran en la historia misma, usando personas, lenguas, naciones, e incluso las constelaciones celestes para transmitir un mensaje tan rico en significado y a la vez tan sencillo en su soteriología: “No estoy yo aquí, yo, que soy tu Madre?” Esa no es una pregunta retórica. Nuestra Señora de Guadalupe está diciendo simplemente que si la aceptamos como nuestra madre ella nos “dará a su Hijo” para llevar a cabo nuestra salvación eterna.

Cuando Juan Bernardino estaba enfermo y a la espera de la muerte, Juan Diego tuvo que ir a buscar a un sacerdote católico que asistiera a su querido tío. Iba camino a la iglesia cuando se encontró con la Señora del Cielo. Fue entonces cuando ella le dijo esas palabras de consuelo que hoy todos conocemos: “No estoy yo aquí, yo, que soy tu madre?” Las palabras de Nuestra Señora son el eco de las palabras de Jesús en la Cruz registradas por San Juan el Evangelista: “Cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien él amaba a su lado, le dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. ‘ Luego dijo al discípulo: “Aquí está tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa.” [2] Para María Madre de Dios, su misma maternidad es el cumplimiento de un mandato divino: ‘ Serás una madre para mis queridos discípulos’. En el Calvario, San Juan representa a los discípulos fieles de todos los tiempos, y María es la Madre de todos los discípulos desde ese mismo momento.

Después de los acontecimientos de 1531, todos los mexicanos recibieron la imagen y el mensaje de la Virgen de Guadalupe en su tierra natal y se les dio la paz. A lo largo de la historia cristiana, ha habido siempre iconoclastas que critican el uso de imágenes en la práctica religiosa basando sus acciones en una interpretación literal y limitada del segundo mandamiento. Muchos apologistas cristianos han refutado esa creencia errónea. Aquí sólo diremos que las imágenes se han sido utilizadas rectamente por Dios para enseñar e incluso curar a su pueblo. Un ejemplo bien conocido es la imagen que Moisés preparó en el desierto para curar a los israelitas de las mordeduras de serpientes venenosas:

“El pueblo se acercó a Moisés y dijo: Hemos pecado murmurando contra el Señor y contra ti; ora al Señor para que las serpientes se alejen de nosotros.’ Moisés intercedió por el pueblo. Y el SEÑOR le dijo a Moisés: Hazte [la imagen de] una serpiente venenosa, y ponla sobre una estaca: y será que cualquiera que fuere mordido y la mirare, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una estaca, y cuando alguna serpiente mordía a alguno, ése miraba a la serpiente de bronce y vivía.[3]

Ese relato del libro de Números fue luego utilizado por Jesús para ejemplificar cómo iba a ser “izado” en una cruz romana: “Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado , que todo aquel que cree en él tenga vida eterna “. [4]

Mucha teología se ha escrito para comentar esos versos, pero aquí nos concentraremos en cómo la serpiente de bronce de Moisés y la Cruz del Calvario son similares al levantamiento de la imagen milagrosa ante el humilde pueblo mexicano de 1531.

Para comenzar, la imagen levantada en el desierto era una reproducción en bronce de algo real que estaba dañando a la gente. Moisés fue instruido para moldear una imagen mientras que Dios le dio a la imagen un poder especial: todos aquellos que miraran a la serpiente de bronce podrían ser curados de las mordeduras de las serpientes reales. El signo “significa” curación. Los hijos de Israel admitieron que las serpientes eran un castigo de Dios por su propios pecados. Muchos siglos después, Cristo usaría ese relato como una parábola de su propia misión: ser izado en la Cruz por los pecados del pueblo. De la misma manera que la serpiente de bronce neutraliza el veneno de la serpientes reales, Cristo, una imagen perfecta de Adán neutraliza el veneno del pecado original al ser levantado en la cruz a la vista de todo el pueblo. El principio es claro: Dios combate el fuego profano con fuego santo. [5] Estos ejemplos muestran también cómo Dios y los hombres trabajan juntos para la salvación de todo el género humano.

Aquí es donde tenemos que recordar la figura de Coatlicue Toniatzin, la Madre Tierra de la mitología azteca. Ella era “la que está vestida con una falda hecha de serpientes”, pero también le recordaba a los hombres que todo el que nace debe morir irremediablemente.

De la misma manera que la serpiente de bronce de Moisés neutraliza el veneno de las serpientes reales, Nuestra Señora de Guadalupe llegó para neutralizar el veneno de los dioses diabólicos, la descendencia sanguinaria de Coatlicue, madre mitológica de los dioses aztecas.

Cuando la Virgen de Guadalupe llegó a evangelizar al pueblo de México, ella eligió presentarse ante ellos como una madre, hablando su propio idioma, utilizando algunos de los símbolos de su religión, desechando lo que estaba mal y reteniendo lo bueno como San Pablo había aconsejado a los Tesalonicenses. [6]

Siguiendo el ejemplo de Moisés y Jesús, Dios nos presenta con la imagen de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, donde antes estaba el templo de Coatlicue Toniatzin. De ese modo, Nuestra Madre ocupó un territorio gobernado por demonios, reclamándolo como suyo por derecho de conquista. Ella había hecho lo mismo en todo el Oriente Medio, Asia y Europa, donde los cristianos convirtieron gradualmente las antiguas basílicas paganas dedicadas a Venus Afrodita, Artemisa Diana, o Ceres Bona Dea, en templos cristianos. María de Nazaret venía ahora a reclamar a sus niños mexicanos y curarlos de los efectos de la venenosa doctrina azteca. Para lograrlo se presentó como madre así como Cristo se presentó como hombre para salvarnos: “El que estaba libre de pecado, por nosotros se hizo pecado, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.” [7]

A medida que nos adentramos más y más en las muchas señales que se presentan a los mexicanos en la tilma de Juan Diego, nos damos cuenta de que la imagen es un amoxtli [8] presentado por el Cielo, un códice divino diseñado para convertirlos a Cristo.

Aquí es cuando llegamos al límite de nuestro asombro. Cualquiera puede ver que un ayate del siglo XVI no puede sobrevivir naturalmente cinco siglos. Por supuesto, los escépticos dirán automáticamente la imagen es reemplazada de vez en cuando por la “malvada” Iglesia para mantener engañados a los simples mexicanos. Esa es la primera, y quizás la más honesta de las muchas objeciones que presentan. La simple, casi infantil honestidad de la historia de Juan Diego, las muchas autoridades que han examinado la tilma a través de los años, y la conversión sincera de tantos escépticos – yo mismo incluido – debería ser suficiente para conformar a los que se burlan de la milagrosa preservación del ayate mucho más allá de sus límites naturales. Por supuesto, Dios – que vive fuera del tiempo – ha incorporado en la imagen una serie de pruebas que ningún ser humano podría falsificar. Esto quedará claro a medida que examinemos su significado específico.

En mi opinión, el elemento más impresionante es algo que yo llamaría “el Aleph de María” [9] , ya que me recuerda a El Aleph , un famoso cuento de Jorge Luis Borges. Allí, el protagonista descubre un punto en el espacio que contiene el universo entero. Cualquiera que mirara en el Aleph de Borges podía ver con claridad todo el universo a la vez en todas sus instancias de espacio y tiempo. Algo similar parece ocurrir con la imagen milagrosamente impresa en la tilma de Juan Diego. Como los israelitas podían “mirar la imagen” de la serpiente de bronce y ser curados por el poder de Dios, México también fue curado al mirar a la Virgen de Guadalupe. Los numerosos signos contenidos en esa imagen de la Virgen María seguirían siendo objeto de contemplación y reflexión en los siglos por venir. La imagen contiene lo que parece ser un número infinito de tesoros espirituales. Está imbuida del poder de Dios.

Para la mente cristiana, la Cruz será siempre un signo de salvación, no de condenación. La serpiente de bronce de Moisés es una copia, una imagen de una serpiente de verdad; y la Cruz (Gr. “stavros”) es la contraparte del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gr. “stavros” en la Septuaginta ). En ambos casos (mordeduras de serpiente, el pecado original)  una cosa perjudicial es derrotada por su propio reflejo. El reflejo es una señal de que Dios ha dotado con el poder de destruir esa cosa perjudicial. De la misma manera, la tilma “reflejaba” algunos atributos de Coatlicue Toniatzin, y los nativos podían reconocerlos inmediatamente. También se daban cuenta que en la imagen faltaban las malas cualidades de Coatlicue, y que esta nueva madre no era solamente suave, tierna y pura; también tenía el poder de sanar y podía restaurar a su pueblo a la vida.

A diferencia de Coatlicue, Nuestra Señora de Guadalupe no mata a sus propios hijos. Eso se hace evidente por la forma en que la Perfecta Virgen María trató a Juan Diego cuando él fracasó en el encargo de entregar efectivamente el mensaje de la Virgen. Allí Juan Diego nos representa a todos los hombres imperfectos, siempre nos quedamos cortos cuando se trata de hacer lo correcto. Los nativos observaban que la madre naturaleza podría ser bastante una madre generosa, pero también era implacable con aquellos que se olvidaban de respetar los límites de la naturaleza. Cuando María de Guadalupe se le apareció a Juan Diego – ya no como una diosa que quita la vida, sino como una Madre misericordiosa y dadora de vida – allí los nativos se dieron cuenta de la diferencia. Ellos esperaban el comienzo de la “Edad del Quinto Sol”, algo que con el tiempo transformaría las mismas reglas de la naturaleza; un mundo de la misericordia y amor estaba reemplazando a la cruda realidad que les había tocado vivir. Nuestra Señora de Guadalupe no pedía que los corazones de sus hijos fueran cruelmente extraídos a cuchilladas, por el contrario les pedía consagrar sus corazones a ella en obras de amor y misericordia. Juan Diego fue el modelo que ella eligió: un hombre humilde conocido por vivir una vida austera de servicio al prójimo.

El bello rostro de María es la característica más emotiva de la imagen. Ella está sonriendo apenas, como una madre que cuida de un niño se recupera de una enfermedad. Sor Lucía de Fátima halló las palabras perfectas para describir los sentimientos maternales de la Virgen: “tierna tristeza”. Nadie hubiera descrito a Coatlicue y a sus sacerdotes con esas palabras. La imagen de la Virgen de Guadalupe está diciendo: “yo soy como vosotros, voy a cuidar de vosotros, soy vuestra madre, todo va a salir bien.”

La voz del águila

Juan Diego, el visionario del Tepeyac es él mismo parte del complejo simbólico de la historia de Guadalupe. Residió en Cuautitlan, un bosque que se encuentra a pocos kilómetros al noroeste de Tenochtitlan. Su nombre nativo, Cuauhtlatouac significa “águila que habla” o “el que habla como águila”. Fue uno de los primeros nativos en ser bautizado, quizás su catequista asoció su nombre con San Juan el Apóstol, el aguila [10] y uno de los “hijos del trueno.” [11] Ambos comparten el nombre de Juan, derivado del nombre hebreo Yochanan. que significa “Dios es misericordioso”. Como hemos visto en capítulos anteriores, ambos Juan el Apóstol y Juan Diego tuvieron visiones, donde las realidades sobrenaturales se presentaban como piedras preciosas reflejando la gloria de Dios. En el Apocalipsis, Juan fue invitado a “subir” al igual que Juan Diego fue invitado a subir al Tepeyac. Ambos escucharon música antes ascender; Juan oye las trompetas y Juan Diego oye canto de los pájaros en contrapunto con la música que sale de la propia montaña. San Juan en el Apocalipsis: “Después de esto, vi en el cielo una puerta abierta! Y la primera voz, que había oído hablar como una trompeta, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán dentro de poco.” Mientras que a San Juan se le muestra el Trono de Dios en todo su esplendor, a Juan Diego se le muestra un Tepeyac glorificado donde incluso las plantas comunes de la región brillan transformadas en bellas joyas que reflejan la luz celestial.

Ambas visiones anuncian las futuras bendiciones que Dios traerá sobre la humanidad cuando el mundo esté de nuevo libre de pecado y de maldad. El trono que San Juan ve en su visión es algo mucho más glorioso que el trono de Zeus-Júpiter que solía ser una de las Siete Maravillas del mundo antiguo en su tiempo. De la misma manera, Juan Diego contempla el Tepeyac con una gloria que nunca tuvo cuando el templo de Coatlicue estaba allí. A ambos videntes se les permite entrever una edad futura. Dado que los aztecas estaban esperando la Edad del Quinto Sol, esa expectativa coincidía perfectamente con lo que los indígenas esperaban.

La Perfecta Virgen Santa María de Guadalupe unía a la perfección dos naciones y dos edades, una edad que ya pasaba y otra que comenzaba a alborear. Para la mentalidad nativa eso se hacía evidente por la forma en que la costura de la tilma dividía la tela en dos mitades. La costura representaba adecuadamente una división entre el “antes y después” con el amoroso rostro de María mirando confiadamente hacia el futuro, sus manos unidas como dando palmaditas y su rodilla izquierda levantada como si estuviera dando un paso adelante mientras danzaba gozosamente. Porque los Aztecas no rezaban con las manos juntas el gesto de María tiene un significado dual: palmaditas para los nativos, oración para los españoles.

La historia se desarrolla a lo largo de cuatro mañanas sucesivas, 9 de diciembre para el 12 de diciembre Es importante recordar que en 1531, la Iglesia celebraba la Inmaculada Concepción el 9 de diciembre – Hoy en día, los católicos observan esa fiesta el 8 de diciembre – Los nativos mexicanos se preparaban para celebrar el día del solsticio de invierno – que ocurrió el 12 de diciembre ese año – el día de su dios-sol. Creían que cuatro soles habían existido en cuatro edades anteriores, y todos ellos habían muerto al final de cada edad. La llegada de los españoles y el final del antiguo orden imperial fue prueba suficiente para ellos que una nueva era se abría. Huitzilopotchli moría para dejar paso a Cristo.

El nombre nativo de Juan Diego “el que habla como águila” seguramente no pasó desapercibido para los nativos al escuchar la historia de las apariciones de la Virgen por primera vez. Juan Diego era como el Cuauhxicalli, el águila que ascendía al cielo llevando las ofrendas al dios-sol. La nueva parábola encajaba perfectamente en la mente nativa: Cuauhtlatouac les hablaba con la autoridad del águila-sol, el más grande de todos los dioses. El se había encontrado con la perfecta Santa María de Guadalupe, Madre de Dios. Una nueva era comenzaba y ella quería ser una madre para ellos tal como la Coatlicue había sido en los siglos pasados. Pero esta nueva madre era poderosa,  podía curar,  había hecho cesar los sacrificios humanos y las guerras floridas. Cuauhtlatouac – un nativo de entre ellos – era el mensajero de la Virgen, el elegido para hablar la palabra de Dios con dignidad, incluso a los sacerdotes españoles. ¿No habían visto algunos de ellos al propio Obispo Zumárraga y a sus ayudantes, arrodillarse delante de Juan Diego y de la Imagen, llorando y pidiendo perdón?

Obviamente, es muy difícil saber lo que pasaba por la mente de los nativos a medida que oían la historia de Juan Diego contada y escuchada millones de veces. Lo que realmente sabemos es que los indígenas encontraron una nueva dignidad en el orden cristiano recién llegado. Tal vez esa es la razón porque Perfecta Virgen María decidió unir España y México bajo una sola advocación de Santa María de Guadalupe. Como muchas otras madres habían hecho a través de las edades, María estaba enseñando a sus hijos a llevarse bien.

El lienzo imposible

La tilma o ayate típico está hecho de fibras de maguey conocidos como ixtle , tejidas en un telar de cintura. Normalmente, para hacer el material de base, se retira la carne de la planta para exponer las fibras que más tarde se peinan, se lavan, se secan, y se ovillan en madejas. Es un material muy basto, similar a la arpillera, pero muy resistente y robusto.

El ayate de Juan Diego está hecho de dos piezas separadas cosidas con un hilo de algodón. Los dos paneles de tela se unen un poco a la izquierda de la cabeza de Nuestra Señora. La costura es muy visible y se extiende verticalmente a lo largo de la longitud de la tela dividiéndolo en dos secciones aproximadamente iguales en tamaño. Alrededor de 1531, los hombres nativos llevaban un amplio taparrabos, sandalias, y una tilma. La tilma tenía muchos usos. Los hombres podían utilizarlo como una capa, o como una bolsa para llevar cosas.

La tela de ixtle sólo dura unos pocos años de uso normal pero cuidadosamente conservada puede durar hasta dos o tres décadas. La tilma con la imagen de la Virgen ha mantenido su integridad estructural y plasticidad sin ningún signo de deterioro durante casi cinco siglos. Sus dos piezas unidas miden unos 105 cm. por 168 cm. El ayate de Juan Diego rechaza a los insectos y a microorganismos como hongos y bacterias. Por alguna razón desconocida, también rechaza el polvo y otros contaminantes presentes en el aire.

Una parte importante del milagro del Tepeyac es que nadie puede explicar cómo la tilma sobrevivió hasta nuestros días. El material debería haberse deteriorado hace ya mucho tiempo. Muchos escépticos afirman – sin ninguna prueba – que el milagro es una estafa en curso, que la tilma simplemente es sustituída periódicamente. Esa afirmación ha sido desacreditada muchas veces en muchos aspectos, pero algunos continúan repitiendo la mentira.

En 1752 se permitió a Miguel Cabrera, [12] el famoso pintor mexicano, estudiar la tilma de Juan Diego, e hizo varias copias de la imagen. [13] Él es el autor del libro La Maravilla Americana , [14] un informe para la Colegiata de Guadalupe, donde Cabrera aplicó su amplia experiencia para analizar la imagen desde un punto de vista estrictamente artístico. Examinando la tela a simple vista concluyó que partes de la imagen se realizaron en la pintura al óleo, otros al temple, y otros “al aguazo.” [15] Él fue el primero en observar que los rayos del sol que rodean la imagen fueron pintados con una técnica que hace que los colores parezcan ser parte de las fibras. Añadió que, según su conocimiento, ningún artista había intentado nunca combinar esas técnicas de tal manera. También señaló que alguien capaz de realizar tal obra maestra nunca elegiría trabajar en una superficie tan burda e inadecuada como un lienzo hecho de ayate.

Uno de los muchos escépticos fue un ateo austríaco, un físico y químico, el Dr. Richard Kuhn, que ganó el Premio Nobel de Química en 1938 por su trabajo en carotenoides y vitaminas. En 1936 al Dr. Kuhn se le dieron a examinar dos fibras diminutas de la tilma. No se le dijo nada acerca de su origen. El correctamente fechó su edad en el siglo XVI, pero no pudo igualar los colores a cualquier tipo conocido de pigmentación de origen animal, vegetal o mineral. Usando un espectrofotómetro determinó que fueran lo que fueren, los componentes básicos de esos pigmentos no existían en la tabla periódica de los elementos. Después que se completó el análisis, el Dr. Kuhn solicitó a conocer el origen de esas fibras. Se le dijo que venían de la tilma de Juan Diego, el visionario del Tepeyac. Por supuesto, el Dr. Kuhn no sabía nada acerca de Juan Diego o del milagro del Tepeyac, pero visitó México varias veces y  finalmente  investigó el asunto en detalle. Eso dio lugar a su conversión a la fe católica. Murió como fiel católico en Heidelberg, Alemania en 1967. La tilma de Juan Diego había ganado un converso por medio de la fe y la razón.

Los símbolos de Guadalupe

La imagen impresa en la tilma de Juan Diego fue considerada por los nativos mexicanos como un amoxtli, es decir un códice creado por un escriba o tlahcuilo. Los códices aztecas registran relatos, hechos históricos y otros eventos importantes en una piel de venado, o una hoja plegable de papel hecho de corteza de árbol o alguna otra fibra disponible. Gracias al trabajo de investigadores como el P. Mario Rojas Sanchez, los símbolos, y el significado que figuran en la tilma están saliendo poco a poco a la luz después de siglos de estudios. En mi opinión personal, después de algunos años de contemplar la imagen y leer acerca de su significado, creo que el ayate de Juan Diego habla por medio de su propia semiosis, y obviamente posee su propio proceso de significación, un proceso que combina el canon desarrollado en las antiguas culturas mesoamericanas con el no menos antiguo canon bizantino que se desarrolló gradualmente en el Oriente desde los días de San Lucas. Me gustaría exponer algo específico aquí: que la imagen de la Virgen de Guadalupe es tal vez una parte muy importante de un meta-sistema simbólico más complejo que los signos presentados individualmente a los creyentes a través de las edades, desde aquellos días en que San Lucas talló la primera imagen de Nuestra señora de Guadalupe, la que ahora se venera en el monasterio del mismo nombre en Extremadura, España.

Dom. Columbano Hawkins, OCSO, cuenta una anécdota muy interesante en su ensayo An Iconography of Guadalupe: “Sin embargo, por extraño que parezca, cuando un sacerdote ortodoxo ruso, P. A. Ostrapovim, decano de la Cátedra de Arqueología de la Iglesia en Moscú, y familiarizado con la historia de la Virgen de Guadalupe, le fue presentada una copia de la imagen para su aprobación, respondió que aquello era un icono, sin duda del tipo bizantino y presumiblemente de origen oriental-asiático. Era su opinión que el pintor de este icono se había desviado de los muy severos cánones de la iconografía e introdujo mucho de sí mismo en él.” [16] Este análisis preciso refuerza mi idea de que tal vez – y te debo advertir encarecidamente, estimado lector, que esto es sólo una impresión personal – San Lucas Evangelista, puede haber participado – desde el cielo – en la creación de este icono, aunque es bastante claro que la inspiración viene de Nuestra Santa Madre, que es en última instancia responsable por su creación. Ella es una reina y puede encargar un retrato de su artista preferido si a ella así le parece.

Teniendo esto en mente, debemos mirar hacia el conjunto de signos que nos presenta la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, no vamos a limitar nuestro análisis sólo a la sagrada imagen. Vamos a mirar también a las personas, fechas, eventos y cualesquiera otros elementos significativos relacionados con los signos que la imagen contiene. Es una colección poderosa preparada para ser descubierta poco a poco, con mensajes para cada generación. Desde una distancia de cinco siglos prepárate para escuchar la voz de la Virgen que nos llama desde el Tepeyac.El autor inspirado del Evangelio según San Lucas y los Hechos de los Apóstoles puede haber comenzado algo mucho más grande que un simple relato del ministerio de Jesús y los primeros días de la Iglesia cristiana. Según tradiciones bien documentadas, fue el autor de varios retratos y tallas que representan a María de Nazaret, incluyendo la que está guardada en Extremadura, y la pintura de la Virgen de Czestochowa, conservado en el Monasterio de Jasna Góra, [17] entre varios otros ahora dispersos por toda Europa. El Evangelio de Lucas – a menudo llamado “El Evangelio de María” – fue enviado a un hombre llamado Teófilo, nombre que apropiadamente significa “amigo de Dios” [18] y tal vez un signo providencial que la obra de Lucas era para todos los amigos de Dios a través de la siglos. Eso puede haber sido el comienzo de un ciclo, o Gran Parábola que busca preparar a la Iglesia para enfrentar futuros peligros. Ciertamente, una colección de eventos simbólicos, reliquias, y santos escritos repartidos a través de dos milenios de historia debe animar a los fieles a confiar en que Dios está en control de todas las cosas, que Nuestro Señor es el Señor de la Historia. El pinta, por así decirlo, la historia de la salvación en el lienzo del tiempo y el espacio. Sólo el Todopoderoso puede hacer tal cosa.

El Aleph de María

Estamos de nuevo ante la imagen tratando de pensar como los mexicanos del siglo XVI que habían sido sometidos por invasores extranjeros. Su cultura estaba viva en ellos, pero los invasores no entendían su rico patrimonio, y lo poco que podían entender lo despreciaban como superstición demoníaca. María de Nazaret había venido a salvar a la raza mexicana, y también a enseñar a sus niños españoles una lección de piedad. A partir de la gran reserva de la gracia de Dios, María trajo un mensaje para llegar a los mexicanos en sus términos y símbolos, mientras que ocultaba de los españoles aquellos elementos que ella iba a tomar prestados de la cultura azteca para cautivar los corazones de los nativos.

Los soldados de Cortés se habían horrorizado ante los sacrificios humanos, la homosexualidad ritual de los sacerdotes, los ídolos horribles moldeados con una pasta hecha con maíz y sangre humana, su canibalismo ritual, y sus despiadadas guerras floridas. Nuestra Señora tenía que encontrar la manera de hablar con ambas culturas y juntarlas. Nunca jamás diplomático alguno superará la habilidad de María al forjar una nación cristiana de una masa de gente tan heterogénea.

El ángel se representa en movimiento, está llevando a la Virgen en una dirección definida de derecha a izquierda, con alas de águila está llevando a la Reina desde una edad que se apaga a una nueva era de luz. La cara del ángel – como el rostro de María – está en el lado izquierdo de la costura. Para la imaginación nativa, las manos de la Virgen están dando palmaditas, su rodilla izquierda está avanzando en la misma dirección. Ella está entrando en el “norte” de la tilma – recordemos que los aztecas representaban en sus mapas el Este hacia arriba, hacia abajo el Oeste,  el Sur hacia la derecha, y el Norte a la izquierda. En México, el clima, el viento frío del invierno, todos vienen del cuadrante norte. La aparición ocurrió en el día del solsticio de invierno, el día 13 ( Acatl , junco) del 1er mes ( Cuauhtli , águila) de la cuarta edad ( Técpatl , cuchillo de pedernal) cuando los días comienzan a ser más largos y el sol (Tonatiuh) renace. María de Nazaret se les aparece como una mensajera de la vida, que está embarazada, trayendo en ella la promesa de la primavera.Los ángeles son mensajeros de Dios. La palabra griega angelos (άγγελος, pron. an-gue-los) significa “mensajero” en griego. La mitología azteca no incluía ángeles, es por eso que cuando los nativos vieron al ángel representado en la tilma, pensaron que era Juan Diego. El ángel está “trayendo” a Nuestra Señora en sus alas, el nombre original de Juan Diego era “el que habla como águila” y también era mensajero de la Virgen, el que trajo “su aliento, sus palabras” a los mexicanos. Las alas del ángel están pintadas en tres bandas de color rojo, blanco y azul, asociándolos en la mente nativa con Tláloc, el dios de la lluvia y el trueno. El color rojo se asocia normalmente con el filo del cuchillo de sacrificio hecho de roca obsidiana. Esta vez, el cuchillo no está ahí, ha sido reemplazado por plumas inofensivas. El fin de la era de los sacrificios humanos anunciado por Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, había llegando a su fin.

El ángel está sosteniendo el manto (el cielo) con su mano izquierda y el vestido  (la tierra) con la derecha. Su manto está decorado con estrellas que simbolizan el cielo. La capa de color turquesa es el color del pájaro quetzal. Para los aztecas, ése era el color del tocado y la capa de Moctezuma – a nadie más se le permitía vestir ese color que simboliza la bendición de la fertilidad traídos por el sol y la lluvia. El significado de la señal es claro: la Perfecta Virgen María era ahora su emperatriz, ella era la fuerza de la vida y fecundidad. Ella era como Coatlicue Toniatzin, la Madre del Sol, pero sin esas garras amenazantes, sus pies eran visibles bajo el borde de la prenda y  estaban calzados con unas delicadas pantuflas. Aquellos que veían a María en la imagen después de escuchar la historia de Juan Diego podían entender que ella era una madre amorosa que les traía una nueva vida y una nueva era de paz.

El color del manto de Nuestra Señora le recordaba a los nativos la más sagrada de las aves, el quetzal. Sus plumas de exuberante verde eran el símbolos de los bosques fértiles del paraíso “la tierra de las flores, la tierra de grano abundante, de los placeres carnales, el jardín de la abundancia, las regiones celestes” que Juan Diego menciona en el Nican Mopohua.

Su manto cubre el vestido de color rosa. El tono rojizo del vestido de la Virgen simboliza el color de la tierra, la seda bordada que cubre su vestido está decorada con tres tipos de flores. Las flores más grandes se llaman tépetl, [19] utilizados por los escribas como un símbolo gráfico de las montañas o colinas.

La segunda flor es la flor de Quetzalcóatl, una flor de ocho pétalos utilizada por los escribas para simbolizar a Venus, la estrella de la mañana. En la mitología azteca, existía la creencia de que Quetzalcóatl se había convertido en la estrella de la mañana después de su muerte. El era el dios que había prometido volver a reclamar su trono y poner fin a todos los sacrificios humanos.

La tercera flor es el sagrado Nahui Ollin y simboliza la unión de los cuatro elementos naturales: tierra, viento, agua y fuego; las cuatro estaciones, y también los cuatro puntos cardinales. Los cuatro pétalos también representan las cuatro edades que habían pasado, con su centro que representa el Quinto Sol, cuyo arribo coincidía con con el primer día de invierno, el mismo día en que la Virgen produjo el milagro de la tilma.

La cinta negra atada por encima de su vientre indica que ella está embarazada de la misma manera que Coatlicue, sin embargo – a diferencia de la diosa pagana – la cinta de María tiene tres cordones con seis puntas visibles: eso sugiere que se relaciona con la Santísima Trinidad como la hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa de Dios Espíritu Santo. El negro es el color de Quetzalcóatl, a quienes a veces se representa con una hormiga negra en la nariz que simboliza su poder para transformarse en una hormiga para descender desapercibido a las profundidades de la tierra y así dar nueva vida a los muertos, dándoles su propia sangre.

Nuestra Señora de Guadalupe se inclina ligeramente en un gesto lleno de entrañable misericordia. Los dioses nativos siempre estaban mirando hacia adelante con los ojos abiertos, pero los meros mortales no podían hacer eso. Se consideraba de mala educación para cualquier persona que no fuera un sacerdote o un varón de la alta nobleza. A partir de la tilma, la Perfecta Virgen María no mira imperiosamente a su pueblo sino que lo mira con amor y compasión. La cara de la Virgen es la de una jovencita. Hoy se la consideraría una mestiza , la mitad india y mitad española. No había muchos niños de raza mixta en 1531. En cierto modo, su comportamiento es una mirada profética hacia el futuro. Ella está anunciando el nacimiento de una nueva raza.

Su cabello está peinado como una doncella, que sin embargo está embarazada. Las costumbres aztecas eran tales se asumía que una doncella debía ser también una virgen – ciertamente ése no es siempre el caso en este nuestro siglo XXI – pero la Virgen le había dicho a Juan Diego que ella era “la perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios”. No hay ninguna contradicción entre su virginidad y su embarazo. Aquí está la genialidad del símbolo presentado a los mexicanos: sirve como una manera de introducirlos al Evangelio usando los símbolos de su propia religión. Me puedo imaginar algunos de los nativos preguntando: “¿Cómo puede ser que una Virgen sea también madre” Para aquellos que ya tenían el concepto de la maternidad milagrosa de Coatlicue Toniatzin, [20]  no era demasiado difícil  aceptar la virginidad perpetua de María y el dogma del nacimiento virginal de Jesús.

Los cristianos ven la Virgen de Guadalupe y asumen inmediatamente que sus manos están unidas en oración porque eso es lo que hacen los cristianos. Los signos que se nos presentan muestran una dualidad maravillosa. Sus manos nos recuerdan la “casita”, la capilla que quiere tener en la colina del Tepeyac. Una iglesia es, por supuesto, una casa de oración, ella también dijo que quería esa capilla para “dar allí a su Hijo” al pueblo. Esa expresión es rica en significado: la Virgen quiere dar a la gente su Hijo, el Dios de la luz que está a punto de nacer en ese solsticio de invierno. La Eucaristía que allí se dará también es el Hijo de la Virgen dado a los fieles como Pan del Cielo.

Muchos de los indígenas, en particular los que ya estaban asistiendo a la Santa Misa, podrían mirar a manos de la Virgen y asociarlos con la oración. Para aquellos que no estaban muy familiarizados con las costumbres cristianas, ella parecía estar dando palmaditas, levantando la rodilla izquierda, y modestamente mirando hacia abajo mientras bailaba. La sagrada imagen está ingeniosamente elaborada para preparar el corazón de los espectadores para la recepción de las doctrinas cristianas.

Hay un aura de luz a su alrededor que los nativos entienden perfectamente: es natural que la Madre del Sol irradie luz. Ella está embarazada y está a punto de dar a luz al “Dios por quien se vive”. La posición de la flor sagrada, el Nahui Ollin justo en su seno refuerza aún más la naturaleza divina que vive en ella. Por último, la Cruz que adorna su cuello, el único signo totalmente cristiano en todo el amoxtli les confirma que su Hijo es el Dios de los cristianos que ha triunfado sobre los dioses sedientos de sangre de los sacerdotes aztecas. Una sombra en la túnica muestra al Crucificado: El es un Dios que se sacrificó para que su pueblo pudiera vivir. Él no necesita que su pueblo sea sacrificado por él. El fin de los sacrificios humanos ha llegado a tiempo para la era del Quinto Sol.

La imagen de la Virgen de Guadalupe es una parábola perfecta que deja a los nativos listos y deseosos de abrazar su nueva madre. Con el tiempo eso se transformó en una nueva identidad nacional.


[1] Semiosis (Gr. σημείωσις, sēmeíōsis) es un proceso que crea, asigna o modifica señales, es la generación de significado. Charles Sanders Peirce (1839-1914) lo define como la interpretación de signos en referencia a objetos, signos interrelacionados, o semiótica.

[2] Juan 19: 26-27.

[3] Números 21: 8-9.

[4] Juan 3: 14.

[5]Strong’s Exhaustive Concordance: serpiente ardiente, seraph, de Saraph; llama, fuego, es decir, en sentido figurado una serpiente venenosa; específicamente, un Saraph o criatura simbólica de color cobre, seraph. Curiosamente, la palabra hebrea שָׂרָף [ Seraph ] es la misma para “serpiente” y “fuego”.

[6] Tesalonicenses 5: 20-21 – “No desprecieis las profecías, examinad todo; retened lo bueno, absteneos de toda forma de maldad.”

[7] 2 Corintios 5:21 – “Por nosotros [Dios] le hizo pecado al que no conoció pecado, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.”

[8] “Un Códice es un documento del tiempo anterior a la conquista, o el período colonial temprano, compuesto por imágenes, un amoxtli, pintado por indígenastlacuilos , pintor-escriba, en una larga tira de papel plegado hecho de fibras de maguey o de la corteza de la higuera silvestre.” The Sacred Image is a … Divine Codex, artículo por Janet Barber, IHM incluido en A Handbook on Guadalupe, publicado por Franciscan Friars of the Immaculate, New Bedford, Massachusetts, 1997. ©Academy of the Immaculate.

[9] Aleph es la primera letra del alfabeto hebreo. El pictograma original de la carta era la cabeza idealizada de un buey que más tarde se convirtió a un equipo (la letra hebrea ל  Lamed ) combinada con la cabeza de buey originales para significar Dios, autoridad fuerte, o el jefe de una tribu. La forma moderna de la letra en hebreo א que a veces se compara a un hombre empuñando un arado. Místicamente se dice que representa a un hombre que apunta con un brazo al cielo y el otro a la Tierra, lo que indica que la Tierra está destinada a reflejar el cielo.

[10] Revelación 4: 7 – “La primera criatura viviente era como león, el segundo como un toro, la tercera tenía una cara como de hombre, y el cuarto era como un águila en vuelo.” Tradicionalmente se entiende que estos cuatro animales representan a los cuatro evangelistas, el “águila en vuelo” representa a San Juan el Apóstol.

[11] Mateo 4: 13-17 – [Jesús] subió al monte y llamó a los que quiso, y vinieron a él. Y estableció a doce apóstoles para que estuvieran con él, y para enviarlos a anunciar el Evangelio, y para tener el poder de expulsar los demonios. Así que se nombró a los doce: Simón a quien llamó Pedro, Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago a quien le dio el nombre de Boanerges , que significa “hijos del trueno”.

[12] Miguel Mateo Maldonado y Cabrera (1695-1768).

[13] Se le permitió estudiar la imagen de la Virgen de Guadalupe para hacer dos copias: una para el Arzobispo José Manuel Rubio y Salinas, y uno para el Papa Benedicto XIV. Copió una tercera para ser utilizado como modelo en futuras reproducciones.

[14] Título original español: Maravilla Americana y Conjunto de Raras Maravillas, Observadas con la Dirección de Las reglas del Arte de la Pintura en la Prodigiosa Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México, de Miguel Mateo Maldonado y Cabrera. Imprenta Real del Más Antiguo Colegio de San Ildefonso, 1756.

[15]  Aguazogouache : una técnica de pintura con acuarelas opacas preparadas con goma-laca.

[16] A Handbook on Guadalupe, p. 63 artículo “The Iconography of Guadalupe” por Dom. Columbano Hawkins, OCSO; publicado por Franciscan Friars of the Immaculate, New Bedford, Massachusetts, 1997. ©Academy of the Immaculate.

[17] Los documentos antiguos afirman que el icono de la Virgen de Czestochowa vino de Constantinopla. Una tradición declara que en 1384, el conde Wladyslaw Opolczyk viajaba a través de Czestochowa con el icono cuando sus caballos se negaron a seguir – un evento similar ocurrió a los que llevan la imagen de la Virgen de Luján, en 1630 – en un sueño, Wladyslaw fue instruido a dejar el icono en Jasna Góra. El manto que cubre a la Virgen de Czestochowa está decorado con flores de lis en un estilo similar a la capa de la Virgen de Guadalupe.

[18] Gr. Θεοφιλος “amigo de Dios”. Véase Lucas 1: 1-4. Los primeros versículos del Evangelio que pueden haber inspirado la introducción del Nican Mopohua pues son bastante similares.

[19] Al igual que en Popocatépetl , el famoso volcán en México.

[20] En la mitología azteca, Coatlicue fue sobrenaturalmente impregnada cuando unas plumas la tocaron mientras ella barría su templo. Ese mito explica así la concepción del demonio Huitzilopochtli sin la ayuda de un padre.