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Las cosas están mal pero están bien. Cuando todo se desordena, el mismo desorden se transforma en un signo pues el caos tiene un límite puesto por Dios

«¿Quién le dijo al mar: ‘Hasta aquí llegan tus orgullosas olas’?» (Dios a Job en Job 38:11)

La destrucción puede llegar hasta donde Dios ha marcado el límite:

«De cierto os digo que si esos tiempos no fueran acortados, ninguna carne se salvaría.» (Mateo 24:22)

Y así se vuelve al principio que afirma que Dios es el Supremo Bien y el Supremo Benefactor. Su naturaleza y su accionar son para el perfeccionamiento del bien en la Creación.

La pregunta ahora es la que hacen los santos bajo el altar de Dios en el Apocalipsis Según San Juan:

«Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido; y clamaban a gran voz, diciendo: ‘¿Hasta cuándo, oh Señor santo y verdadero, esperarás para juzgar y vengar nuestra sangre de los que moran en la tierra?'» (Apocalipsis 6:10)

Y para mí, la respuesta se halla en el libro de la reina Ester. Cuando Hamán el amalequita tiene la trampa lista para borrar a Israel del mapa, Dios confunde la interpretación de la realidad que Hamán tiene. Lo invitan de apuro a una fiesta que da la reina Ester. Allí se descubren dos cosas: la identidad judía de la reina y el subterfugio de Hamán para usar el poder del Rey Asuero para el logro de los propios designios genocidas. Sin querer, Hamán ha atacado la familia real.

El rey se retira al jardín muy enojado al enterarse –sin duda a imaginar cómo va a deshacer la ley malvada que él mismo estúpidamente firmó y dar castigo a los conspiradores — En la mente de Hamán se le hace claro que de ahí no va a salir vivo y se desespera, tratando de ganar con hipocresías el perdón una judía que es la Reina-Estrella (Ester/Ishtar) a la que ofendió por ser enemigo de Mardoqueo el judío (Mordecai/Marduk.)

Como el mal es simulación, pero ante todo es mentecatez, el muy cateto se olvida que está en la corte y que esa mujer que ahora es dueña de su vida, es la reina de Persia. Se le tira a los pies y atrevidamente tomándola de las piernas, le ruega a Ester que lo perdone. En ese momento entra el rey, que ahora pasa de la furia política a la furia esponsal. Hamán está tocando lo que solamente él debe tocar.

Esa noche Hamán y hasta el último de sus hijos y nietos, son colgados en el cadalso preparado para Mardoqueo y su familia. El último descendiente de Amalek, uno de los cinco reyes que quisieron impedir a los israelitas la entrada a la Tierra Prometida, muere ignominiosamente la muerte de los malditos, colgado en un cadalso por la noche.

Insospechado final feliz que ese 14 de Nisán presagia el triunfo del Calvario en otro lejano 14 de Nisán en el que Otro será colgado del patíbulo para salvación de toda la nación de Dios. Así la raza del pecado de Amalek perece pero en la Cruz, el pecado mismo perece sin remedio y la historia se empieza a mover en el sentido opuesto. Ya no nos alejamos del Edén si no que vamos hacia él.

La inocencia y la bondad de la Reina-Estrella han destruído a la hipócrita serpiente de Amalek. El asesino primigenio finalmente se da cuenta que solamente ha triunfado en asesinarse a sí mismo.

Estamos en estos momentos en otra representación del mismo drama. La sombra del cadalso está alcanzando a los falsarios y otras lacras que se creen seguros porque están en control de la corte terrestre de Dios.

«Cuando veáis la abominación desoladora parada en donde no debiera [el lugar santo] … erguid vuestras cabezas porque vuestra liberación de acerca.»

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