la-nueva-primera-luz

Como eres bella amada Engalanada,
Me pareces un sueño ¡una visión! 
Blanca en la primera luz de la mañana, 
Te elevas como una oración.[1]

De vez en cuando es bueno mirar al cielo. Los antiguos habitantes del Oriente Medio solían pasar las noches de verano en el techo de sus casas, donde se podía dormir al fresco. Quizás por eso y por no sufrir de la contaminación lumínica que causa el brillo antinatural de la ciudades modernas, los antiguos conocían el cielo bastante bien. Los nombres de la diversas constelaciones son comunes a casi todos los pueblos de la tierra, tal como lo eran para el autor del libro de Job:

El manda al sol que deje de brillar y pone un sello sobre las estrellas. El solo extiende los cielos y camina sobre las crestas del mar. El crea la Osa Mayor y el Orión, las Pléyades y las Constelaciones del sur. (Job 9, 7-9) ¿Anudas tú los lazos de las Pléyades o desatas las cuerdas del Orión? ¿Haces salir las Híadas a su tiempo y guías a la Osa y sus cachorros? ¿Conoces las leyes de los cielos? ¿Regulas su dominio sobre la tierra? (Job 36, 31-33)

Desde los más remotos tiempos de la humanidad, los hombres intuyeron que las estrellas encerraban algo misterioso e importante. Muchos trataron y siguen tratando de encontrar alguna relación de causa y efecto entre el movimiento aparente de las estrellas y nuestras vidas. Otros, como Shakespeare y otros poetas, encontraron en ellas algo maravilloso e inexplicable que les permitía incorporar su misterio en la poesía comparándolas con el amor, por ejemplo:

No dejéis que a la unión de almas sinceras
Me oponga. No es amor el amor
Que cambia cuando encuentra contratiempos
O se deja arrancar sin resistir.
¡Oh, no! Es una marca permanente y fija
Que ante las tempestades no se arredra
A a cada errante nave es la estrella que guía
Conocida su altura, su valor es ignoto.[2]

El poeta francés André Lafon, un devoto católico, nos regaló este hermoso poema que me atreví a traducir:

Mi corazón está herido de amor y cálida esperanza
Al ver como se pinta de rosa el agua pura de la mañana;
La bruma se esparce sobre el río cercano
Oscureciendo el Médoc de borravino; el silencio
Sobre los campos violetas me llama a recojerme.
Y un grupo de pinos enhiestos apuntando al Oriente
Parecen querer cantarle a esa pura estrella de la mañana.[3]

Esa pura estrella de la mañana es Venus, que en realidad no es una estrella sino un planeta. Planeta es la palabra con que los griegos designaron a lo que ellos veían como estrellas errantes que no se movían como las demás. Y Venus es especial. Hasta el mes de julio de este año del Señor de 2012, Venus fue la estrella de la tarde brillando sobre el horizonte y reflejando la gloria del sol después de la puesta. Pero después de su tránsito del sol—algo que es realmente raro— Venus vuelve a ser otra vez la brillante estrella de la mañana, la estrella de David:

Yo soy la raíz y la prole de David, la brillante estrella de la mañana. (Apocalipsis 22:16)

En julio, en el hemisferio norte se puede ver a Venus brillando justo sobre el horizonte al este-noroeste, cerca de la hora antes del amanecer. Este año la estrella más brillante que se ve por encima de Venus será el planeta Júpiter, que brilla casi tanto como Venus. En la mañana del 15 de julio se pudo ver la Luna en un delgadísimo creciente entre Venus y Júpiter. Y a no preocuparse que no me estoy por dedicar a la astrología. Sucede que desde que ví el documental de Rick Larson, The Star of Bethlehem he estado mirando al cielo con otros ojos. Aunque sigo sin entender mucho, he podido encontrar algunas alegorías interesantes. Después de todo las Escrituras dicen:

El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su sonido, por toda la tierra se extiende su voz y sus palabras llegan hasta los confines del mundo. (Salmo 19, 1-5)

Pareciera que el salmista nos dice muy poéticamente que los cielos tienen para nosotros un mensaje, algo que nos quieren decir. Y si alguien tiene todo el mensaje, por favor escríbame, porque yo sólo he podido encontrar algunas pocas cosas, asombrosas sí pero tambien hermosas y útiles para los que quieren tener fe.

Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. (Apocalipsis 12, 1-5)

Esta misteriosa mujer del Apocalipsis es el centro de algunas disputas ya que hay quienes piensan que ella es María de Nazareth, otros que es una figura de la Iglesia y otros aún que creen que es las dos cosas a la vez. No intento favorecer o negar ninguno de estos puntos de vista porque no soy teólogo. Sólo les relato lo que encontré.

Cuando Nuestro Señor aún colgaba en la Cruz a eso de las tres de la tarde del 3 de abril del año 33 se observó sobre el horizonte que la luna estaba colocada a los pies de la constelación de Virgo (la Virgen) era la luna llena de la Pascua y ese año, al momento de la muerte de Jesús había ocurrido un eclipse solar. La luna llena a los pies de la Virgen aptamente simbolizaba el paso a la Nueva Alianza y era un signo de la vida del Mesías, vivida completamente para Dios. Al tiempo del nacimiento de Jesús el sol ocupa el espacio sobre la cabeza de la constelación de Virgo, la Virgen, coronándola.

Muchos han querido desacreditar al cristianismo diciendo que la historia de Jesús es solamente un mito solar. C. S. Lewis refuta brillantemente esa tesis diciendo que sí, que la historia de Cristo tiene todas las marcas del mito solar pero que la diferencia entre El y Apolo, Sigfrido, Osiris, Marduk, etc. es que Cristo realmente existió.

Y, si Cristo es este sol radiante, qué hermosa figura se encuentra en el cielo cuando Venus, la Virgen es por temporadas la que refleja la gloria del sol por la mañana y otras veces por la tarde, tal como María estuvo entre nosotros antes de dar a luz al Salvador y también como Madre de la Iglesia después de que Jesús volviera al Padre ¿Hay una alegoría perfecta de María escrita en los cielos por la mano de Dios desde el principio de la creación?

Ahora imagino a María contemplando la Pasión con corazón de madre ¡Cómo debe haberse acordado de la palabras de Simeón: “Una espada atravesará tu corazón”! Pero miremos la figura que se nos presenta. Tenemos al Señor en la Cruz, a María contemplando su sufrimiento y deseando para ella el suplicio de su Hijo. Yo, que sé muy bien lo que es esquivar y quejarse del peso de las cruces que me han tocado en suerte, me doy cuenta que María “refleja” a la perfección el dolor de Cristo en el madero que Luciano llamó “la máquina vil”.

El mismo Cristo había anunciado a sus discípulos que el Hijo del Hombre “debía ser alzado” y allí estaba ahora, elevado sobre todos ellos en la gloria secreta de la Cruz, el signo de contradicción que ya comenzaba a conquistar el mundo. Y si lo que Cristo irradiaba en ese momento era su indecible dolor, ese dolor hasta la muerte iba a ser nuestra luz, nuestra salvación, nuestro pasaje al cielo pagado por El. En ese momento María desea la Cruz para sí en forma perfecta—eso lo sabe cualquier madre que haya visto sufrir a un hijo—y por eso ella es la primera luz de la mañana de la Iglesia, como Venus que se eleva en la oscuridad de la noche para anunciar la cercanía de la mañana ¿No es curioso que los reyes magos le dijeran a Herodes “vimos su estrella elevarse en el Oriente y hemos venido a adorarle”? Pues en ese momento en que María reflejaba la gloria salvífica del dolor de Cristo… la constelación de Virgo se elevaba en el horizonte como representando en los cielos lo que ocurría en el Calvario en el día más importante que ha vivido la humanidad.

Y ahora, en estos días en que los signos se multiplican en el cielo y en la tierra, quiero compartir con todos este pequeño hallazgo, que creo que anuncia la era de María que precederá a la llegada del Señor para reinar sobre el mundo. Esos dos tránsitos de Venus, tan cercanos uno del otro y tan raros, me recuerdan a las dos entradas de la reina Ester delante del rey Asuero. Ester—cuyo nombre babilónico es Ishtar, o sea Venus—se presenta delante del rey dos veces para pedir por la vida de su pueblo y logra la gracia de la salvación para todos los judíos. La reina Ester es una figura profética de María.

Y si eso resulta ser cierto ¿quién se atreverá a decir que ella no es también corredentora con El que la redimió primero y la hizo así la primera luz de la salvación que brilló suavemente sobre la humanidad perdida?

 

 


[1] C’uma t’è bèla, chèra Ghirlanèina,
Te pèr un quel d’insàni, una vision!
bianca, in tla prèma lus ed la matèina,
te pèr un’ urazioun.

Primer verso de La Ghirlandeina, una devota canción popular a la torre de la catedral de Módena.

[2] Sonnet CXVI

Let me not to the marriage of true minds
Admit impediments. Love is not love
Which alters when it alteration finds,
Or bends with the remover to remove.
Oh no! It is an ever-fixèd mark,
That looks on tempests and is never shaken.
It is the star to every wandering bark,
Whose worth’s unknown, although his height be taken.
Love’s not Time’s fool, though rosy lips and cheeks
Within his bending sickle’s compass come
Love alters not with his brief hours and weeks,
it bears it out even to the edge of doom.

If this be error and upon me proved,
I never writ, nor no man ever loved.

Soneto CXVI

No dejéis que a la unión de almas sinceras
Me oponga. No es amor el amor
Que cambia cuando encuentra contratiempos
O se deja arrancar sin resistir.
¡Oh, no! Es una marca permanente y fija
Que ante las tempestades no se arredra
A a cada errante nave es la estrella que guía
Conocida su altura, su valor es ignoto.
Amor no es el bufón del Tiempo,
… aunque rosados labios y mejillas
A tiempo caen bajo la hoz mecida.
No muda en breves horas y semanas
Pero se aferra fiel, aún del abismo al filo.

Si mi error pruebas y estoy equivocado
Nunca escribí, ni nunca un hombre ha amado.

William Shakespeare

 

[3] Aurore

Mon coeur se fend d’amour et de chaude espérance
A voir l’aube rosir l’eau pure de matin;
Un brouillard traine encor sur le fleuve prochain
Don le Médoc vineux s’estompe; le silence
Sur les champs violets me un recueillement.
Et le groupe des pins haussés vers le levant
Sembre voulouir chanter l’astre clair qui s’elance

Mon Dieu qui ramenez le beau jour que voici
Sur le pays aimé de una petite enfance,
Je vous loue par mon front, mes bras levés ainsi
Que ces arbres dorés qu’un souffle frais balance.

Aurora

Mi corazón se abre de amor y cálida esperanza
Al ver como se pinta de rosa el agua pura de la mañana;
La bruma se esparce sobre el río cercano
Oscureciendo el Médoc de borravino; el silencio
Sobre los campos violetas me llama a recojerme.
Y un grupo de pinos enhiestos apuntando al Oriente
Parecen querer cantarle a esa pura estrella de la mañana

Mi Dios que has querido darnos este hermoso día
Sobre el terruño amado de mi primera infancia,
Te alabo con las manos y la frente elevadas
Como estos árboles de oro movidos por la brisa.

André Lafon