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Michael J. Totten

Encounter Books ha publicado recientemente (en inglés) un libro profundamente conmovedor del periodista italiano Giulio Meotti El Nuevo Holocausto: La Historia Inédita de las Víctimas del Terrorismo en Israel (A New Shoah: The Untold Story of Israel’s Victims of Terrorism). A primera vista el título me pareció exagerado. Puestas en orden de magnitud más personas fueron asesinadas en la Shoah—el Holocausto de los campos de concentración de Hitler—que por terroristas en Israel. Sin embargo ese no es el punto. Las víctimas del terrorismo en Israel tienen algo en común con las víctimas del genocidio nazi: furton asesinados meramente por ser judíos.

De otro modo ¿por qué un terrorista suicida decide explotar en el Café Hillel en Jerusalem y no en uno de los puestos militares de control en Gaza? ¿Por qué los terroristas de Hamas lanzan cohetes contra los jardines de infantes en Siderot en vez de apuntar a las bases del ejército? ¿Por qué razón Hezbollá glorifica a Samir Kuntar, un hombre que asesinó a una niña de cuatro años por medio de colocar la cabecita de la pobre víctima sobre una piedra para reventarla luego con la culata de su rifle? ¿Por qué Hezbollá se toma la molestia de ir hasta la lejana Buenos Aires, en Argentina, para dinamitar un centro comunitario judío (AMIA) con un camión cargado de explosivos?

El libro de Meotti es macabro, pero alguien tenía que escribirlo y él lo escribió. Aquí está el reporte de lo que conversamos hace unos pocos días.

Totten: Cuéntenos por qué decidió escribir este libro.

Meotti: Consideremos la differencia entre una democracia occidental como Francia, los Estados Unidos o Israel. La diferencia no tiene que ver con la manera en la que la nación comenzó, la cantidad de oportunidades de trabajo, el progreso científico o la cantidad de ganadores del Premio Nobel. La diferencia más importante entre Israel y otros países de occidente consiste en la cantidad de jóvenes, hombres y mujeres, que han sido asesinados por ser lo que son: israelíes que viven libremente como seres humanos en la patria que históricamente les pertence.

El estado judío es el único miembro de las Naciones Unidas condenado a muerte. Su existencia es considerada temporaria por un amplio número de países del mundo. En 2003 decidí investigar ese gran vórtice que en los últimos quince años ha tragado miles de vidas judías, judíos que han muerto por meramente ser judíos.

El libro es el resultado de muchos años de investigación en el doloroso corazón, en el alma de Israel. No había entonces libro alguno que tratara este dramático tema. En el libro les doy voz a docenas de familias y sobrevivientes del terrorismo que han sido dejados de lado por la arrogante industria de los medios de prensa. Pienso que la sangre derramada por el terrorismo es la historia más preciosa y frágil que Israel pueda contar en estos días, una historia que los escritores israelíes han sido negligentes en contar.

Totten: Hablemos del título. Algunos lectores pueden llegar a pensar que comparar a las víctimas del terrorismo en Israel con las víctimas del Holocausto es un poquito exagerado cuando se consideran cantidades tan diferentes. Eso es lo que pensé yo en un principio, aunque ese sentimiento se esfumó llegando a la página 8 o 9. Quizás debiera avisar a las personas que no han llegado a la página 8 o 9.

Meotti:Primeramente déjame decir que nunca aceptaré lecciones sobre el uso de la palabra Shoah que provengan de los que participan a diario con su retórica en la tarea de socavar el estado judío. En Europa la memoria del Holocausto es usada como el podio perfecto por muchos que se oponen a Israel. Hay una conexión directa entre la ideología nazi y la agenda del fundamentalismo islámico—me viene a la memoria el gran mufti de Jerusalem, Mohammad Amin al-Husseini, quien se alió con Hitler contra los judíos, pienso en la clara expresión de genocidio que forma parte de la constitución de Hamas. La prueba candente de esta conexión son los sobrevivientes del Holocausto que han perecido en los ataques suicidas, morteros y balaceras de los terroristas.

Con este título quise apuntar a algo que los charlatanes de la prensa se niegan a reconocer: la monstruosidad del sistema moral antisemita que sobrevive detrás de la máscara del antisionismo políticamente correcto. Esa es una forma distorsionada de recordar la historia, separando el Holocausto—un símbolo de maldad pura—de la batalla que Israel ha luchado ya por sesenta años para sobrevivir al terrorismo. Tenemos también que considerar el asunto de vivir bajo la amenaza nuclear de Irán. Mahmoud Ahmadinejad niega la verdad de la Shoah para debilitar la existencia de Israel y para preparar al mundo para recibir las noticias de una nueva masacre de Hezbollá, Hamas o hasta un ataque nuclear. El asunto de la Shoah y de la identidad judía nuevamente bajo ataque define la visión del mundo a partir de los ataques del 11 de Septiembre de 2001.

Totten: ¿Usted ve alguna diferencia entre el antisemitismo y el antisionismo o cree que sean básicamente la misma cosa?

Meotti: La importancia de Israel en el futuro de los judíos es más que una mera cuestión demográfica o religiosa. Israel representa la supervivencia del judío. Antes de la II Guerra Mundial el gran debate entre los judíos era sobre el Sionismo. El Holocausto resolvió ese debate. El Sionismo llegó a ser entendido como la solución a la ausencia de poder y la vulnerabilidad de los judíos. El futuro de los judíos depende de su capacidad de defensa y para eso es necesario un territorio donde reunir a los exiliados.

En mi opinión el gran problema actualmente es la renovación del cuestionamiento de la legitimidad de Israel por un gran número de intelectuales y escritores judíos: Tony Judt, George Steiner, Jacqueline Rose, Ilan Pappe, Norman Finkelstein, Tony Kushner, Eric Hobsbawm, Noam Chomsky, etc. A esos les gustaría resolver el problema por medio de la asimilación que haga desaparecer la diferencia judía.

Esto es al mismo tiempo una idea ingenua y violenta. Todo otro pueblo que haya sido conquistado, exiliado y aniquilado como los judíos ha terminado desapareciendo. Sólo los judíos desafían la norma. Dos veces nos ha pasado, pero me temo que no nos pasará nunca más. El anti-sionismo es un movimiento intelectual refinado que va preparando el camino para una nueva tragedia antisemita. Es por eso que yo pienso que lo importante es escribir un libro de historia que cuente las experiencias de los civiles israelíes muertos por el terrorismo; padres y madres, niños y ancianos, soldados y médicos. Sus familias nos cuentan quiénes eran ellos, sus ideales, sus caras, sus nombres. El libro es una encarnación del trauma de Israel y su futuro en un momento como éste en que los ayatolas de Irán y los wajabis sauditas han logrado una gran audiencia en la prensa occidental y en las universidades y parlamentos de Occidente.

Sin embargo Israel está bien. Eso lo demuestra su economía en expansión, su ciencia médica y sus jóvenes que son capaces de sacrificarse y participar en las complejidades de una vida vivida entre la guerra y el amor por la paz. Del lado de Israel hay vida. Son sus enemigos los que predican la muerte.

Totten: Desde su punto de vista como italiano ¿cuál es la actitud prevalente en Italia con respecto a Israel? Tengo la vaga idea que Italia es menos hostil que otros países de Europa, pero no estoy seguro si mi idea es acertada.

Meotti: Italia siempre ha sido diplomáticamente pro-árabe. Durante la Guerra Fría los políticos italianos siguieron un programa de apaciguamiento. Hay un pacto no escrito entre el gobierno italiano y los grupos terroristas árabes: «no ataquéis a Italia y nosotros miramos para otro lado cuando vosotros ataquéis objetivos judíos». Hay muchos ejemplos trágicos desde el ataque al barrio judío en Roma hasta el incidente del Achille Lauro. En los últimos diez años, el gobierno de Berlusconi ha movido a Italia hacia una política pro-Israel. Entretanto debemos entender que Italia es un país católico con bastantes lazos financieros con los árabes, es por eso que no abrigo muchas ilusiones sobre el futuro de nuestra amistad con Israel.

Totten: ¿Por qué cree que los medios occidentales, especialmente la prensa europea, tienen ese punto de vista prejuiciado en contra de Israel? ¿A qué se debe que usted vea las cosas de un modo diferente?

Meotti: Europe es un continente antisemita. La ola de odio que viene de las clases dirigentes en Europa y América, la «opinión general» de la prensa internacional con sus titulares que repiten condenas diabólicas a las que no se puede apelar ni responder y el odio conformista de los académicos puede ser comparado a una pila de pasto seco que solo necesita un chispa para arder en llamaradas.

En Italia, la Organización Nacional de Periodistas, institución financiada por el estado italiano, está programando la presentación de una «Segunda Flotilla de la Libertad“ un barco «humanitario» que será enviado a romper el bloqueo que Israel mantiene sobre Hamás en Gaza. Entre los conferenciantes programados están militantes turcos del grupo IHH, listado por los alemanes como una organización terrorista. Hace pocas semanas cientos de escritores y artistas noruegos promovieron un boycott masivo a Israel. Los políticos israelíes no se atreven a aterrizar en Londres, no sea que los arresten por supuestos «crímenes de guerra». En Suecia el popular periódico Aftonbladet reportó que los soldados israelíes les arrancan los órganos a los palestinos para luego venderlos.

En los Países Bajos el que fuera Comisionado Europeo, Frits Bolkestein, invitó recientemente a los judíos holandeses a emigra a Israel o a los Estados Unidos. Es que no hay futuro para ellos en Holanda debido al antisemitismo islámico. Los Países Bajos son residencia de la Corte Internacional de Justicia de la Haya. Su condena de la barrera de seguridad israelí en el Informe Goldstone en 2004 simplemente le prohíbe a Israel el derecho a defenderse. El importante escritor holandés, Leon de Winter, que es descendiente de judíos, explicó recientemente en un ensayo publicado en la revista Standpoint los motivos de su decisión de mudarse a los Estados Unidos. Es mucho mejor vivir en California, un lugar que casi no tiene historia, que en un país en el que las sinagogas tienen que ser protegidas por la policía y los judíos no pueden usar sus símbolos religiosos en público. La hermosa Holanda de Galileo, Spinoza y Descartes, el refugio de los judíos españoles y portugueses en los milquinientos, se está muriendo. Es un lugar subyugado por el miedo y la intimidación. ¡Hay tánta oscuridad en Europa en sus periódicos y en sus libros!

Totten: El antisemitismo europeo ¿es primordialmente un fenómeno islámico o hay también judíos de otros países que tienen problemas con los israelíes nativos? Visto de lejos parecería—es posible que me equivoque—que este problema es mayormente una enemistad entre minorías judías y musulmanas en el que una mayoría toma partido, de una manera o de otra, a favor de los musulmanes. Sin embargo el europeo promedio no parece tener una opinión muy elevada de los musulmanes tampoco.

Meotti: El antisemitismo europeo actual es una poderosa mezcla de presión islámica de parte de comunidades numerosas de musulmanes en Europa y la ideología de la izquierda progre. Hoy día en muchas ciudades de Europa—como ser Malmo, Antwerp, Paris—los judíos no pueden circular libremente con atavío religioso. En Francia tenemos el caso de Ilan Halimi, el judío que fue torturado y quemado vivo por una pandilla musulmana en 2006. Desde los ataques de Septiembre 11 del 2001 en New York y Washington, se detecta en numerosas oportunidades la resurrección del antisemitismo en la izquierda. El fantasma de la conspiración judeo-americana es la viva imagen de otro fantasma, ahora extincto, el espectro de la conspiración judeo-bolchevique que fue popular con la extrema derecha hasta la caída de la Unión Soviética.

Uno pudiera llegar a pensar que la ideología antisemita debió haber desaparecido de Europa cuando se reveló la existencia de los campos de concentración nazis. En realidad nos vemos forzados a reconocer que el antisemitismo es un virus resistente a la misma historia. Hoy en Europa, especialmente entre las clases más refinadas, la simple mención de la palabra «Israel» hace que mucha gente pierda la habilidad de razonar. Con frecuencia el pronunciar esa palabra desata una reacción devastadora que lo consume todo a su paso. De hecho, el poder destructivo de la hostilidad anti-israelí no puede ser explicado sin invocar, al menos hipotéticamente, la existencia de una hostilidad de raíces profundas que ha encontrado la manera de resurgir cuando ya la creíamos desterrada para siempre.

¿Cómo reaccionaría Europa si los árabes e iraníes con Hamás y Hezbollá, trataran de borrar a Israel de la faz de la tierra, desatando un nuevo Holocausto? Su antisionismo y su odio ontológico por Israel los están preparando para aceptar un nuevo martirio de la nación judía. Espero que las historias que he recojido en mi libro acerca del torrente de sobrevivientes y familias rotas por el terror puedan ayudar a mucha gente a entender la historia de Israel.

Totten: No conozco a nadie en los Estados Unidos que responda con rechazo a la mención de la palabra «Israel». Tampoco reaccionan de esa manera contra ningún otro país de la tierra. Lo que me describes me suena extraño y no lo creería a no ser porque un amigo que pasa mucho tiempo en Francia y Bélgica me ha referido la misma experiencia. A él le resulta difícil admitir que es judío cuando está en Europa. No se trata de un derechista paranoico, es más bien un americano progre que votó por Dennis Kucinich en las primarias ¿Cuántos europeos son así de reaccionarios? No le he preguntado a mi amigo y aprovecho para preguntarle a usted.

Meotti: Tenemos una mayoría de gente a quienes les es indiferente el destino de Israel y de los judíos. También tenemos una poderosa minoría en la prensa, en los partidos políticos, universidades, en la televisión y en la vida pública en general que es extremadamente hostil.

Los Estados Unidos tienen una relación histórica, religiosa, cultural, política y económica con Israel. Es triste decirlo, pero la verdad es que Israel ha perdido a Europa.

Tomemos el caso de España. Tienen una pequeña comunidad judía con sus antiguas sinagogas que son meros monumentos vacíos, pero llevan en sí una virulenta ideolgía anti-israelí. En Noruega y Suecia el odio contra Israel se ha vuelto común entre los primeros ministros y los escritores más populares como ser Jostein Gaardner. El es el autor de un fenómeno literario global Sophie’s World y ha escrito un artículo en el diario Aftenposten en el que declaró: «Ya no reconocemos al Estado de Israel… No hay que preocuparse, Israel marchará otra vez al exilio.”

Para conmemorar el Kristallnacht de los nazis, la ciudad de Frankfurt ha elegido como presentador al ensayista judío Alfred Grosser, autor de un violento panfleto contra Israel Von Auschwitz nach Jerusalem (De Auschwitz a Jerusalén). Grosser compara lo que los nazis hicieron a los judíos con lo que los israelíes están haciendo a los palestinos. Estoy de acuerdo con la gran escritora americana Cynthia Ozick cuando dice que se debieran eliminar los memoriales del Holocausto en Europa.

Como puede ver usted, la ideología antijudía es ahora aceptada en forma general, está de moda, le resulta atractiva a toda Europa. Israel está desbordado por un sunami que busca sepultar su legitimidad. Un grupo de jugadores de tenis israelíes se han tenido que limitar a jugar a puertas cerradas en un estadio sueco. En Hanover una compañía de danzas israelí fue apedreada por numerosos manifesantes que gritaban «¡Juden raus!» (¡Fuera con los judíos!) La Unión Británica de Comercio ha reclamado un boycott a Israel. Los supermercados europeos, incluída Italia en este año, han boicoteado los productos israelíes con frecuencia. Las películas israelíes son ignoradas en los festivales internacionales como ocurrió en Edinburgo. Los académicos israelíes son expulsados de las universidades europeas y de las conferencias académicas.

Karel De Gucht, comisionada de comercio de la Unión Europea y que fuera ministro de relaciones exteriores de Bélgica, dijo en una entrevista en octubre pasado que las negociaciones entre palestinos e israelíes iban a fracasar por dos razones: primeramente porque los judíos tienen una influencia excesiva en los Estados UNidos y segundo porque con ellos no se puede razonar. Si eso no es antisemitismo, dígame usted lo que es.

Totten: ¿Qué se siente luego de pasar años hablando con las familias de la víctimas del terrorismo? Debe haberte pesado mucho emocionalmente.

Meotti: Depresión y angustia, soledad y decaimiento. Cuando se confronta tanto sufrimiento por tantos años de seguro eso afecta tu alma y tu espíritu, probablemente para siempre. Pero me alegra al mismo tiempo que el libro haya ayudado a algunas personas a entender la situación en Medio Oriente con un poco más de claridad y también el haber podido rescatar un tesoro increíble de dolor y esperanza. Este libro se planta contra la desinformación, la injusticia, el odio, el prejuicio, la amnesia y el duelo.

Totten: ¿Qué dicen tus colegas de la prensa italiana de tus puntos de vista sobre Israel? Solamente mis colegas más extremistas en los Estados Unidos me dan problemas porque apoyar a Israel es la postura normal entre los americanos.

Meotti: Reaccionan con deferencia o con odio. Me han llamado «esclavo de Israel», «idiota sionista», «criminal», «asesino». No importa. Puedo concebir solamente una forma de ser un periodista y escritor: tener claridad moral y portarse con dignidad y honor. Quienes escriben sobre Israel deben elegir entre la luz y el oscurantismo, entre la libertad y el yugo. Algún día mi hijo leerá este libro y entenderá lo que he tratado de lograr.

Totten: Usted ha entrevistado a mucha gente ¿Cuál de esas historias lo ha impresionado más profundamente y por qué? Por mi parte a mí me tocaron especialmente las historias de aquellos que escaparon de Hitler y de Stalin solo para ser asesinados por Saddam Hussein o por Hezbollá.

Meotti: Para mí esas víctimas son santos. Quienes les sobreviven son de lo mejor que la humanidad tiene para ofrecer. Los testimonios, las lágrimas, las emociones de los testigos son más auténticas que los documentos históricos para quienes desean entender el vórtice de vida y muerte que es Israel. Un gran cineasta debiera crear una gran obra con ellos como tema principal.

Divido las historias en mi libro en dos categorías principales, gente corriente y mártires. Los primeros son civiles que han perecido yendo a la escuela o al trabajo, en un restaurante o regresando a su hogar. Pienso por ejemplo en la gente que murió en la discoteque Dolphinarium, en los buses en Haifa y Hadera, en las calles peatonales de Jerusalén. Gente como Asaf, el hijo de Yossi Zur, los Katsman o la nieta y el hijo de Lipa Weiss, un héroe supremo del resurgimiento de Israel después del Holocausto.

También pienso en la hija de Faina Dorfman. La mataron mientras bailaba en Tel Aviv. La hija de Arnold Roth, Malki, regresaba de la escuela en Jerusalén. Estas son las historias que los lectores en Europa y los Estados Unidos, especialmente quienes no son judíos, pueden asimilar más fácilmente.

Los mártires son aquellos que han sido asesinados en las comunidades de Judea y Samaria—los famosos «asentamientos»—y los médicos. Los asentamientos han tenido que sufrir cientos de muertes, con días llenos de terror, noches pasadas haciendo guardia en casas aisladas, masacres repentinas de familias, niños y mujeres embarazadas y sus hijos por nacer. Las corridas por las calles oscuras ceñidos de cascos y chalecos antibala. Eso es lo que tienen que aguantar los «demonios judíos» en los asentamientos.

En estos días todos demandan que se detengan los asentamientos en la ribera occidental.En la imaginación popular, los colonos mantienen el rifle preparado y revientan los olivos de los árabes. Pero ¿qué son los colonos en realidad? He tratado de contestar esa pregunta. Un buen día quizás deban dejar sus hogares para lograr un poco de paz y el libro guardará la memoria de aquellos que fueron muertos por ser judíos en las tierras bíblicas. Gente como Steve Bloomberg, que aprendió a vivir en una silla de ruedas junto a su hija. Gente como David Hatuel, que perdió a su esposa y cuatro hijas en un asentamiento de Gaza. O los judíos de Hebrón.

Entre los doctores pienso en Shmuel Gillis o David Applebaum. Este último vivió con un equipo de resucitación bajo su cama y lo mataron a él y a su hija un día antes de su casamiento. También entre los mártires están aquellos que escaparon a la persecución de Stalin y los Gulags solo para ser asesinados en Israel. Mi libro no es un archivo de recuerdos sino una especie de resurrección, un volver a vivir de esas vidas brutalmente interrumpidas por el terrorismo. En ese sentido el libro es un monumento vivo.

Totten: Usted no es judío—tampoco yo lo soy, valga la aclaración para los suspicaces—¿Qué es lo que lo atrae a Israel y a la tragedia de la experiencia judía en este mundo?

Meotti: Si un día Israel cayera en manos de sus enemigos,Occidente, tal como los conocemos dejará de existir. Occidente es lo que es por Roma, Jerusalén y Atenas–Roma nos legó el Derecho, la Biblia nos dió la Moral, los griegos la Democracia. Si se destierran las raíces judías e Israel se pierde entonces nosotros nos perderemos también. Israel es un faro de vida en un tiempo en que la vida está en peligro de extinción. Mi libro es una afirmación de la vida en medio del reino de la muerte.

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Un amigo muy especial que tengo me ha dicho que el libro es como los Rollos del Mar Muerto del Israel moderno. Puede ser que tome años antes que las historias que cuento en este libro produzcan algún efecto y para mí el efecto más importante será cambiar la conciencia del mundo en lo que toca a Israel. Es una dura tarea pero vale la pena intentarlo. Mi consuelo hasta entonces será el haber dado un nombre duradero y una voz a todos los que fueron asesinados.

Giulio Meotti el el autor de A New Shoah: The Untold Story of Israel’s Victims of Terrorism. Reside en la región Toscana.

Publicado originalmente en National Review.