Vademécum de Apologética Católica
Desde los tiempos de los apóstoles, el Santo Sacrificio de la Misa ha sido ya por dos mil años el centro de la adoración cristiana. La Santa Misa es la celebración de la nueva Pascua, completa con el Cordero sin mácula cuya Sangre fue derramada y cuya Carne ha de ser consumida para la salvación de la humanidad.
Hechos 2, 42 — Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones.
Los primeros creyentes se referían a la Eucaristía llamándola «la fracción del pan». Vemos que la Misa se celebraba aun en tiempos apostólicos.
Génesis 14, 18-20 — Y Melquisedec, rey de Salém, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino y bendijo a Abrám, diciendo: «¡Bendito sea Abraham de parte de Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra! ¡Bendito sea Dios, el Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!». Y Abraham le dio el diezmo de todo.
Melquisedec es el primer sacerdote que se menciona en la Biblia y su sacrificio en favor de Abraham es un tipo profético de la Santa Misa (Hebreos 7, 1-17). En Melquisedec vemos también una prefiguración de Cristo, ya que Melquisedec es rey y sacerdote, una combinación de atributos que no reaparecen en la Biblia hasta el tiempo de Cristo. Es de notar que al sacerdote Melquisedec se lo llama también rey de Salem, región que luego devendría en Jeru-Salem (Jerusalén), que significa «ciudad de paz» (Salmo 76,2). En esa ocasión el sacrificio fue algo fuera de lo común, pues no se sacrificaron animales. Es así como la Escritura nos presenta, en forma típica, el sacrificio incruento de la Misa y a su Sacerdote-Rey que la oficia en la Jerusalén Celestial. El sacrificio de pan tiene sus raíces en la liturgia tradicional hebrea del «pan de la presentación» o todah. La todah y la Santa Misa presentan ambas un sacrificio incruento de pan y vino. Los antiguos rabinos hacen una interesante predicción referente al sacrificio de la todah.
«En la era por venir, todo sacrificio cesará, con excepción de la todah. Este no cesará por toda la eternidad». [1]
Hechos 20, 7 — El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan, Pablo, que debía marchar al día siguiente, conversaba con ellos y alargó la charla hasta la media noche.
Esta es una clara referencia a la Misa del Domingo (primer día de la semana) que se celebraba fielmente en tiempos apostólicos.
Marcos 14, 22-24 — Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y dadas las gracias, se la dio y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos».
La primera Eucaristía fue celebrada por Jesús en la última cena. Aún hoy el sacerdote pronuncia esas mismas palabras cuando se celebra la Santa Misa.
Lucas 22, 14-20 — Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios». Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios». Tomó luego pan y dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío». De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros».
Como se dijo anteriormente, hoy el sacerdote pronuncia esas mismas palabras cuando se celebra la Misa.
1 Corintios 5, 7-8 — Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de pureza y verdad.
Aquí San Pablo se refiere a la Misa, la Nueva Pascua, en la que el pueblo de Dios, unido en el sacrificio perfecto de Jesús por su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía, realizan el paso del pecado hacia una nueva vida de salvación. Los católicos se refieren a la Misa con estos mismos términos que usa San Pablo: sacrificio, celebración y fiesta.
Zacarías 14, 21 — Toda olla, en Jerusalén y Judá, estará consagrada a Yahvé Sebaot; todos los que quieran sacrificar vendrán a tomar de ellas y en ellas cocerán y no habrá más comerciante en la Casa de Yahvé Sebaot el día aquel.
Este pasaje de Zacarías que comienza en el Capítulo 14, versículo 1, describe «el día del Señor». Puede ser interpretado de varias maneras, sea como el fin de los tiempos o la era que sigue a la llegada del Mesías. De cualquier manera, el sacrificio constante de los fieles es lo que se profetiza en el pasaje que citamos arriba. Se entiende que el sacrificio «una vez para siempre» de Cristo no culmina en el primer Viernes Santo sino que continúa. Note también la asociación que se hace entre sacrificio y comida. La Eucaristía está claramente profetizada en este pasaje.
Malaquías 1, 11 — «Pues desde el sol levante hasta el poniente, grande es mi Nombre entre las naciones y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación pura. Pues grande es mi Nombre entre las naciones», dice Yahvé Sebaot.
¿Es esta una referencia a los sacrificios de la Antigua Alianza, corderos, ganado y palomas? No, porque San Pablo nos dice que tales sacrificios no eran efectivos por no ser realmente puros. Además las naciones gentiles no tomaban parte en los sacrificios de los Israelitas. Entonces debemos concluir que esta es una referencia al Santo Sacrificio de la Misa, ofrecido a través del Sacerdocio Eterno de Cristo.
Apocalipsis 5, 6 — Entonces vi, de pie, en medio del trono y de los cuatro vivientes y de los ancianos, un Cordero, como degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios, enviados a toda la tierra.
La visión de los cielos que tiene San Juan incluye el sacrificio de Jesús, que es eterno y continuo. De manera que la Misa es la forma de adoración celestial que es ofrecida eternamente delante del trono del Padre. Con sus vestimentas e incensarios, oraciones de petición y acción de gracias, mensajes de admonición y consuelo, la Presencia del Cordero que fue sacrificado , la postración, adoración y las oraciones repetidas para siempre jamás; toda la actividad que se describe en el Apocalipsis es innegablemente una celebración litúrgica y un sacrifico—en otras palabras, una Misa. Este tópico se describe en detalle en el libro de Scott Hahn «La Cena del Cordero» que se menciona en la bibliografía listada al final de este libro.
Hebreos 13, 18 — Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo y lo será siempre.
Es por eso que su Sacrificio puede ser presentado en todas las edades terrestres en la Santa Misa, así como es presentado para toda la eternidad en el Paraíso, tal como hemos explicado en el párrafo anterior.
Judas 12 — Estos son una mancha cuando banquetean desvergonzadamente en vuestros ágapes y se apacientan a sí mismos; son nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos, arrancados de raíz […]
San Judas Tadeo se refiere a la celebración de la Misa usando la palabra ágape, (literalmente «fiesta de caridad o amor») y nos advierte acerca de la desecración del Sacramento por personas incrédulas. La primitiva comunidad de creyentes se reunía para celebrar una fiesta, un sacrificio, una cena—tales términos aun se usan hoy en referencia a la Santa Misa.
En sus «Lecturas Catequéticas» que datan del año 350 d.C. San Cirilo de Jerusalén da una maravillosa descripción de la Misa según se practicaba en su tiempo, dando cuenta de los sacramentos recibidos por aquellos que habían sido recientemente aceptados en la Iglesia. Muchas de las plegarias del sacerdote y respuestas de los fieles son casi idénticas a las que se usan hoy día. Por supuesto, la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía se describe en gran detalle:
«Recibamos pues, con toda confianza, del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Porque en la forma del pan, su Cuerpo os es dado, de tal manera que al recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús, vosotros podáis uniros en cuerpo y sangre con El. Es así como somos transformados en portadores de Cristo, al comunicar su Cuerpo y su Sangre a nuestros miembros. Así llegamos a compartir su Divina Naturaleza, tal como lo ha dicho el bendito Pedro.» [2]
Conviene recordar que San Cirilo está escribiendo unos 50 años antes de la promulgación del canon de las Escrituras, demostrando así que la Santa Misa y los Sacramentos son más antiguos que el Nuevo Testamento.
[1] Pesiqta, I, p. 159 según se cita en la obra de Scott Hahn «The Lamb´s Supper» p. 133, publ. Doubleday, New York, 1999.
[2] Citado en inglés en The Faith of the Early Fathers, Vol.1 pp. 360-361. William A. Jurgens. Publ. Liturgical Press, 1970. Collegeville, Minnesota.