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Brian Saint-Paul

María es una fuente de inspiración… es la primera cristiana y una mujer incomparable. No estoy seguro de qué fue lo que me sorprendió más — si el artículo que encontré donde se podía leer: «Dios te Salve, María», escrito sobre una bella imagen de la Santísima Madre — o el hecho de leerlo en la portada de la revista americana Time.

La pieza, aparecida en Marzo 21 de la edición americana de este año (2005), perfila un nuevo e interesante fenómeno: el número creciente de protestantes que están descubriendo a María. Es un modesto comienzo — centrado mayormente en devociones y no en doctrina — pero es un comienzo de todos modos. Católicos y ortodoxos, ambos protectores de Nuestra Señora a través de los siglos, sólo pueden aprobar esto con un aplauso.

Sin embargo, aún más intrigante que este nuevo evento de la opinión protestante es la razón por la que ha ocurrido. En pocas palabras, es la Biblia la que los está llevando de vuelta a la madre de Cristo. Ya que María está presente en los eventos principales de la vida de Cristo. Su concepción y nacimiento, desde luego; la charla con los maestros de la Ley en el templo; el primer milagro público en Caná de Galilea; y en la crucifixión. Allí está ella en el principio y en el final. Y para aquellos estudiosos de las Escrituras que estan interesados en los arquetipos bíblicos o en teología patrística, los paralelos son asombrosos. Pasando por alto la idiotez histórica del Código DaVinci, ¿quién sino la madre de Jesús pudiera ser considerada el Arca del Pacto? Fue ella la que cargó al Nuevo Pacto en su seno—de hecho ella fue creada para llevarlo a El.

Por siglos, los protestantes han preferido pasar por alto todas estas cosas, dejando atrás la devoción mariana de los sus primeros teólogos, Martín Lutero y Juan Calvino. Pero ahora, este silencio histórico en lo que toca a María tiene la apariencia de ser más ideológico que bíblico—una tradición nacida del deseo protestante de distanciarse de lo que ellos consideran un exceso católico.

Y así ha ocurrido este redescubrimiento. Los pastores se sienten más a gusto predicando sobre la Santísima Madre, los profesores en los seminarios protestantes adornan sus paredes con la imagen de la Virgen. María es una fuente de inspiración, dicen, es la primera cristiana y una mujer incomparable.

En su mayoría, los fieles expuestos a este nuevo fenómeno lo han recibido bien. María es después de todo, la persona que dió su misma carne a Cristo, y es un maravilloso ejemplo bíblico de discipulado y sacrificio. Los protestantes pueden reconocer todo esto sin abrazar los aspectos doctrinales de la devoción mariana. En realidad, la única buena razón que hay para reconocer estas cosas es que, básicamente, son verdad.

Desde luego, el protestantismo — al menos en su formulación clásica — tiene que tener problemas con la aceptación de María desde el momento en que rechazan de plano el papel dogmático de la Tradición y el Magisterio. (A pesar de los reclamos de ciertos bien intencionados apologistas católicos, las doctrinas de la Inmaculada Concepción y la Asunción simplemente no pueden ser comprobadas usando solamente las Escrituras.) Pero, teniendo en cuenta que no esperamos que la Iglesia Bautista del pueblo organice una rezo del Rosario… ¿que me dicen de las otras iglesias protestantes un poco más liberales? ¿Es posible que haya un poco más de apertura entre ellos?

Esto nos confronta con una posibilidad interesante. Los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción proveen un campo muy fértil para los teólogos liberales protestantes que estan ansiosos de tratar los aspectos femeninos del cristianismo histórico. Y como tales teólogos en general no se dejan encadenar por las restricciones tradicionales del protestantismo clásico: ¿es posible que ellos sean los más propensos a abrazar estos dogmas? Sin duda. Y si tal fuera el caso, eso se debería mayormente a la ideología feminista en boga, de tal manera que las conclusiones pudieran diferir de las que siempre ha sostenido la Iglesia Católica. Pareciera que las denominaciones que están redescubriendo a María—principalmente presbiterianos y metodistas, por ejemplo—están entre las más liberales del mundo protestante. El paso de la devoción mariana a la doctrina mariana en estos cuerpos eclesiales—por la razón que fuera—no es una idea muy descabellada. Como mínimo, este es un buen comienzo.

 

Publicado originalmente en Crisis.