Bruce Sullivan
En mi conversión al Catolicismo Romano [1] tuve que considerar dos asuntos de importancia fundamental: eclesiología y autoridad . En este ensayo, echaremos una mirada al segundo tema: autoridad y, específicamente a los problemas de autoridad que emergen como resultado de la doctrina protestante de Sola Scriptura. [2] El asunto de la autoridad es el problema principal que divide a católicos de los cristianos fuera del catolicismo. Las diferencias entre estos dos grupos no consisten simplemente de cuestionar la autoridad de la Palabra de Dios. Mas bien las diferencias se centran en definir qué constituye la Palabra de Dios y cómo podemos interpretarla con exactitud.
En rasgos generales, el protestante cree que la revelación divina está contenida solamente en la Biblia; mientras que el católico cree que la revelación divina está contenida en la Iglesia como depósito de fe [3] y que, como tal, incluye las Sagradas Escrituras y la Sagrada Tradición.[4]
Examinaremos ahora los problemas inherentes a la doctrina de Sola Scriptura y su tratamiento de la autoridad por medio de considerar una situación muy común: la propensión de los protestantes a levantar «objeciones bíblicas» a la fe católica. Como notamos, mas adelante, la idea protestante de la «gran apostasía» deriva en parte de la existencia de discrepancias que el protestante cree ver entre la Biblia y el Catolicismo.
Armado de estas presuntas objeciones incriminatorias, los proponentes de la gran apostasía proceden a criticar la «iglesia apóstata» (que ellos creen ver en la Iglesia Católica). Corresponde preguntarse qué se asume al presentar estas supuestas objeciones bíblicas. Aquellos que lanzan un asalto «bíblico» contra la Iglesia Católica lo hacen apoyándose, por lo menos, en tres grandes presuposiciones:
- Que las Escrituras tienen un sentido unívoco y conspicuo [5]
- Que hay un canon[6] de las Escrituras que es evidente en si mismo
- Que las Escrituras contienen todo el depósito de la fe (Sola Scriptura)
Antes de examinar estas tres presuposiciones, tomemos un momento para echar una mirada sobre el total de lo que estamos considerando. Imagínese que todas las «objeciones bíblicas» al catolicismo que usted conoce. Píntelas en su imaginación todas ellas puestas sobre una mesa. Esta mesa es una mesa de tres patas. El hecho de que sea una mesa de tres patas no es problema, siempre y cuando que todas las patas estén firmes. En nuestra ilustración, las tres patas representan las tres presuposiciones que sostienen las «objeciones bíblicas» a la fe católica. Nos preguntamos si las tres patas probarán estar firmes si las examinamos. Si una de las patas falla, la mesa entera se viene abajo y con ella las «objeciones bíblicas». Lo que veremos a continuación es que ninguna de las patas puede pasar la prueba combinada del examen histórico, la razón y las Escrituras.
¿Es el Canon de las Escrituras evidente en sí mismo?
Con referencia al canon de las Escrituras: ¿Cómo sabe uno con certeza que estos escritos de la antigüedad merecen ser tratados como Escritura Sagrada? Luego, si no se puede encontrar prueba de su canonicidad fuera de la Iglesia Católica… ¿es legítimo oponer «objeciones bíblicas» a la fe católica? [7]
Para quien no es católico, éste es uno de los dilemas doctrinales más desconcertantes. ¿Por qué? Porque los escritos del canon del Nuevo Testamento no aparecieron en la Iglesia agrupados y ordenados como los tenemos hoy. Además de los veintisiete libros del canon actual del Nuevo Testamento, hay muchos otros escritos en circulación que reclaman para sí un origen apostólico.
El registro histórico muestra que, aunque la Iglesia tenía una doctrina y una práctica (tradición) uniforme, carecía de un consenso en lo que respecta a qué escritos debieran ser incluídos en el canon del Nuevo Testamento. [8]
Algunas iglesias aceptaban ciertos escritos como canónicos que luego fueron excluídos del canon; otros rechazaban escritos que luego fueron aceptados dentro del canon. No fue sino hasta 367 A.D. con el Catálogo de San Atanasio, que el canon de los veintesiete libros que ahora reconocemos fue establecido en su totalidad. El concilio de Hipona (393 A.D.) y el Concilio de Cartago (397 A.D.), ambos sínodos locales de obispos católicos, fueron los primeros concilios en listar el canon del Nuevo Testamento que perdura hasta nuestros días. Estos hechos históricos resultan muy dañinos a la posición de los que creen «solamente en la Biblia» por lo menos por dos razones: Primeramente, la ausencia de un canon uniforme del Nuevo Testamento demuestra el hecho de que los cristianos primitivos no eran cristianos del tipo «solamente la Biblia». ¿Cómo pudieran haberlo sido si no coincidían en qué escritos eran inspirados?
De todos modos la historia nos revela el hecho de que tenían una estructura de autoridad: la Iglesia a la cual se le había entregado la fe en depósito y quien era responsable de explicarla. Por lo tanto, mientras que el asunto del canon era realmente importante, no era sin embargo un asunto de vida o muerte para Iglesia apostólica primitiva.[9] Esto, sin embargo es un asunto de importancia absoluta para aquellos que promovieron la Reforma en inventaron la doctrina de Sola Scriptura. En segundo lugar, en vista de los hechos históricos y considerando la ausencia de un índice inspirado, es virtualmente imposible saber con certeza cuál es el canon del Nuevo Testamento despreciando la autoridad de la Iglesia Católica que lo sancionó. Este hecho, por sí mismo debiera provocar un serio malestar en aquellos que desean justificar la posición de «solamente la Biblia». Es totalmente inconsistente aceptar los pronunciamientos de la Iglesia Católica como guiados por Espíritu en lo que toca al canon del Nuevo Testamento mientras se rechaza su testimonio en lo que concierne al contenido de la fe del Nuevo Testamento.
Enrealidad, las Escrituras nos proveen con muy poca ayuda para determinar el canon. La historia nos presenta con varios caminos a tomar. La razón, por sí misma no nos puede ayudar a resolver el asunto. El único modo que tenemos de saber con certeza qué libros conforman el Nuevo Testamento es el testimonio autorizado de la Iglesia temprana, y esa Iglesia es distintivamente católica. [10]
El Canon de las Escrituras no está para nada contenido en las mismas Escrituras, no es unívoco y conspicuo. Solamente puede establecerse por medio de una autoridad externa a él y esa autoridad es la Iglesia Católica. [11]
Por lo tanto la primera de las tres patas de nuestra mesa no ofrece ningún apoyo a aquellos que quieren poner «objeciones bíblicas a la fe católica.
¿Tienen las Escrituras un sentido unívoco y conspicuo?
Con referencia al sentido unívoco de las Escrituras: ¿Cómo podemos estar seguros de la certeza de nuestras interpretaciones personales de las Escrituras? Entonces, si la absoluta certeza no es posible: ¿Es legítimo atacar a la Iglesia Católica con «objeciones bíblicas» cuando tales objeciones se apoyan en interpretaciones falibles y privadas? Para que el asalto y la polémica sean justificables, primero se debiera demostrar, con las Escrituras solamente, que las Escrituras son en sí mismas claras y su sentido obvio a la simple lectura. Esto, sin embargo, no sucede. Históricamente, podemos ver que existen problemas abrumadoramente evidentes con la idea de que las Escrituras tienen siempre un sentido obvio y claro.
El primero es que en vez de adelantar los intereses del Reino de Dios, el grito de batalla de la Reforma, «¡sólo la Biblia!» ha resultado en miles de sectas. ¿Cómo puede suceder esto si todas estas almas sinceras están estudiando el mismo libro que se supone sea claro y unívoco? Algunos han tratado de resolver esta dificultad diciendo que almas sinceras y fieles llegan a un acuerdo en las cosas esenciales de la fe. Claro que entonces queda por definir que es esencial. ¿Quién lo decide? Para aquellos que integran el partido de «solamente la Biblia» tal determinación es un asunto de interpretación privada.
Por ejemplo: en el movimiento de restauración de Stone y Campbell (que inicialmente era un movimiento pro-unidad) los integrantes están seriamente divididos en lo que toca a numerosos asuntos que van desde el uso de una o varias copas durante la comunión al uso femenino del velo. Si estos desacuerdos tienen que ver con asuntos que no son esenciales ¿Por qué hay división? Si los grupos en divergencia están compuestos por individuos sinceros ¿por qué no pueden ponerse de acuerdo apoyándose en las supuestamente claras enseñanzas de la Biblia?
La realidad es que hay numerosas áreas en las que las Escrituras no son tan llanas y sencillas como los que no son católicos desearían que fueran. Esto no debiera sorprendernos, porque es irrazonable esperar que un documento escrito sea la única base para el gobierno de un grupo de personas, sea religioso o secular. Los Estados Unidos tienen una Constitución escrita, pero también tienen una Corte Suprema para dirimir disputas sobre lo que la Constitución significa. El caos sería el resultado si se le diera una copia de la Constitución a cada ciudadano y se le dijera que rija su vida por la interpretación personal de la misma. Sin embargo, los protestantes esperan que este sinsentido funcione con la Biblia. Dios seguramente sabía la anarquía que tal curso de acción traería. Es de esperar que El hiciera algún tipo de arreglo para evitar que eso ocurriera. De hecho eso es lo que Dios hizo cuando nos dió la Iglesia «columna y cimiento de la verdad» [12]
Además las mismas Escrituras dan testimonio del hecho que no son muy claras y pueden ser mal entendidas. El Apóstol Pedro dió aviso a sus lectores de que las Escrituras podían llegar a ser distorisonadas por los «indoctos e inestables» [13]
La necesidad de una enseñanza previa y autorizada para poder entender las Escrituras está implícita en este aviso apostólico. Enseñanza previa, pero, ¿por quién? Si el Apóstol Pedro tiene razón: ¿Quién fuera de la Iglesia Católica tiene la capacidad de proveer esa enseñanza? Nadie comienza a construir algo desde la nada. Todos los estudiantes de la Biblia comienzan con ciertas suposiciones básicas que le dan el marco dentro del cual pueden crear un sistema que pueda recibir lo que van entendiendo de la Escrituras. El único problema es definir si estas presuposiciones son razonables pues si comenzamos con presuposiciones irrazonables no vamos a llegar a una conclusión razonable. El ejemplo más claro de una suposición irrazonable es la doctrina protestante de «Sola Scriptura». Pareciera que la segunda pata de nuestra mesa, el sentido unívoco y obvio de las Escrituras, carece de integridad. No puede resistir el examen de la historia, de la razón o de las Escrituras. Nos queda ahora una sola pata, el principio o presuposición de «sola Scriptura» o «solamente la Biblia»
¿Contienen las Escrituras todo el depósito de la fe? («Sola Scriptura»)
Históricamente la idea de Sola Scriptura comenzó en tiempos de la Reforma Protestante. Antes de eso las Escrituras eran reverenciadas como una parte importantísima del depósito de la fe. Consecuentemente, la Iglesia reconocía universalmente que las Escrituras no pueden ser comprendidas cuando se las aparta de la Sagrada Tradición. [14]
Como ya hemos demostrado en nuestro primer punto, la idea de que la Iglesia primitiva se componía de cristianos que creían «solamente en la Biblia» es una anacronismo ya que la Iglesia primitiva carecía de un canon establecido y generalmente aceptado hasta que tal fuera establecido en el siglo IV. Sin embargo, supongamos per impossibile que había tales cristianos que creyeran en «solamente la Biblia» en los primero años de la Iglesia. Entonces ¿Dónde estaban? ¿Por qué no reformaron la «iglesia apóstata»?
Recordemos que en tiempos apostólicos la fe fue entregada en su contexto cultural y las Escrituras fueron escritas entonces en la lengua común de la gente de ese tiempo. Tales crisitanos estaban entonces mucho mejor preparados para entender la fe apostólica que cualquier grupo de cristianos que creen «solamente en la Biblia» en el día de hoy. ¿Cómo puede ser que desaparecieran sin dejar ningún rastro? Hay una sola respuesta posible: nunca existieron. Repitamos que no hubo un canon universal de la Escrituras hasta el siglo cuarto y que los cristianos de «solamente la Biblia» aparecen en la escena unos mil años después.
Una pregunta importante es ¿Dónde enseña la Biblia la doctrina de Sola Scriptura? Y ¿Cómo puede ser que esa enseñanza sea cierta si la Biblia no la enseña? Es razonable esperar que si Sola Scriptura es un principio sólido, debiera ser enseñado en las Escrituras como tal. Pero la realidad es que Sola Scriptura no solamente no es enseñado por la Escrituras: las Escrituras enseñan lo contrario. Tratando de justificar su posición, los que creen en Sola Scriptura descargan un diluvio de referencias bíblicas, las cuales supuestamente prueban su doctrina. Todos ellos, al ser examinados en su contexto, fallan en probar el buen sentido de la doctrina. Está fuera del alcance de este breve sumario el examinar todas y cada una de estas referencias.
Consideraremos, sin embargo, los cuatro pasajes que, en mi opinión, son citados más frecuentemente en defensa del principio de que «solamente la Biblia» tiene autoridad. Comenzando por los Evangelios, los que proponen Sola Scriptura, rápidamente apuntan al supuesto desprecio que Jesús tenía por la tradición: «Y él respondiendo, les dijo: ¿Por qué también vosotros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Porque Dios mandó, diciendo: Honra a tu padre y á tu madre, y, El que maldijere al padre ó á la madre, muera de muerte. Mas vosotros decís: Cualquiera que dijere al padre ó á la madre: Es ya ofrenda mía á Dios todo aquello con que pudiera valerte; No deberá honrar á su padre ó á su madre con socorro. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. [15]
Nótese que Jesús no está hablando de la tradición en el sentido católico de la palabra. Cuando los católicos la usan en referencia a la fe cristiana.La palabra tradición significa simplemente «lo entregado». Se refiere a lo que ha sido entregado a la Iglesia de Cristo a través de los Apóstoles. Este depósito de fe (Tradición) incluye, pero no se limita solamente a, las Escrituras.[16]
En los Evangelios, Jesús condena las tradiciones de hombres solamente cuando oscurecen y suplantan los mandamientos de Dios. La Sagrada Tradición de la Iglesia, lejos de ser una mera tradición de hombres es la mismísima fe cristiana, tal como la entregaran los apóstoles a sus sucesores, los obispos. [17]
Además, queda claro que el hecho de que Jesús se refiriera específicamente a «tradiciones de hombres» indica que El no se estaba refiriendo en forma alguna a las tradiciones de origen divino. Por eso el Apóstol Pablo, por inspiración del Espíritu Santo, podía exhortar a los cristianos de Tesalónica a «así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, ó por carta nuestra. [18]
De hecho, es nada menos que por obra de la Sagrada Tradición de la Iglesia que los cristianos de «solamente la Biblia» tienen una Biblia de al que pueden citar.
Pasando al libro de los Hechos, los defensores de Sola Scriptura frecuentemente citan del comentario que Lucas hace sobre los judíos de Berea: «Y fueron estós más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, si estas cosas eran así. [19]
Estas palabras prueban cualquier cosa menos Sola Scriptura. El mensaje predicado por Pablo y Silas a los judíos de Berea no había sido aún puesto por escrito. Era un mensaje oral. El escrutinio de las Escrituras por los de Berea se refiere al examen de los textos proféticos del Antiguo Testamento a los que sin duda se refería la predicación apostólica. Siu examen del Antiguo Testamento es alabado porque muestra su buena disposición hacia la verdad. Sin embargo este examen de las Escrituras no fue hecho por causa de la Iglesia sino por los judíos de Berea para convencerse ellos mismos de la misión mesiánica de Jesús. [20]
Supongamos que estos judíos hubieran regresado a Pablo al día siguiente y le dijeran: «Mira, Pablo. hemos leído el rollo de Isaías anoche y no estamos de acuerdo con tu interpretación.» ¿Hubiera sido entonces necesario que Pablo revisara sus enseñanzas a la luz de «solamente la Biblia»? por supuesto que no. Por lo tanto, esos versículos no tienen nada que ofrecer a la defensa de Sola Scriptura. Algunos defensores de Sola Scriptura insisten que la exhortación de Pablo en 1 Corintios 4:6 prueba la posición de ellos: «Esto empero, hermanos, he pasado por ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros; para que en nosotros aprendáis á no saber más de lo que está escrito, hinchándoos por causa de otro el uno contra el otro.»
A primera vista, la directiva de Pablo de «no exceder lo que está escrito» pareciera ser una confirmación de Sola Scriptura. Sin embargo, cualquier intento de encajar tal confirmación en el contexto histórico de este versículo crea serias complicaciones. Primeramente, casi todas las referencias a «Escrituras» en el Nuevo Testamento se refieren a los escritos del Antiguo Testamento. Pablo no intenta aquí el restringir a los Corintios al Antiguo Testamento (si fuera así debieramos ignorar todo el Nuevo Testamento, incluyendo las cartas de Pablo a los Corintios). En segundo lugar, Pablo no puede restringir a los Corintios a los escritos del Nuevo Testamento por dos razones. La primera es simplemente que el canon del Nuevo Testamento no estaba completo aún.
Por ejemplo, la segunda carta a los corintios no estaba escrita todavía. La segunda razón es lo que consideramos antes en Tesalonicences 2:15. Pablo no puede declararles cosas contradictorias cuando por un lado dice: «así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, ó por carta nuestra». Estas palabras dan igual importancia a lo escrito y a la tradición oral y por lo tanto 1Corintios 4:26 no ofrece apoyo alguno a los que quieren probar sola Scriptura. Finalmente, el texto usado principalmente por los defensores de Sola Scriptura, son las palabras de Pablo a su amado hijo en la fe, Timoteo: «Empero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruído para toda buena obra.» [21]
Se dice que este pasaje prueba Sola Scriptura. ¡Pero en realidad prueba demasiado!¿Por qué? Porque las Escrituras que Pablo aparentemente tiene en mente aquí son las Escrituras del Antiguo Testamento (las únicas que Timoteo pudiera haber conocido desde su infancia) ¿Quién pudiera negar que uno necesita el Antiguo Testamento para ser un cristiano bien equipado? Nótese también lo que Pablo dice tanto como lo que no dice.
El declara que, si nuestro objetivo es estar bien preparados para la buena obra de Dios, entonces las Escrituras son provechosas. Lo que no dijo es que las Escrituras son suficientes para lograr el objetivo. [22]
Si tal fuera el caso se estaría contradiciendo, como vimos antes. Compare lo dicho con sus palabras en el capítulo anterior de la misma carta: «Y lo que has oído de mí entre muchos testigos, esto encarga á los hombres fieles que serán idóneos para enseñar también á otros» [23]]
Nótese que este mensaje que Timoteo había oído de Pablo lo debía pasar a otros hombres fieles y éstos a otros y así ad infinitum. De paso notemos que Pablo, aparentemente, no comparte la aprehensión por la transmisión oral de la doctrina que caracteriza a los protestantes. Por el contrario parece tener gran confianza en la habilidad de Dios de cuidar la integridad del mensaje.[24]
Ninguno de los versículos que hemos examinado (que son los más comúnmente empleados) ofrece apoyo alguno a la invención protestante de Sola Scriptura. No sirve de nada argumentar que crean un precedente o enuncian un principio. ¿Como puede ser que diez mil versículos en hilera puedan enunciar un principio que ninguno de ellos enuncia en su contexto inmediato? La realidad es que Sola Scriptura no se puede deducir de ninguna parte de las Escrituras. Irónicamente se trata de una enseñanza antibíblica. Cuando miramos de nuevo a nuestra mesa de tres patas, ¿que vemos?
No una, sino tres patas han cedido bajo el peso de la historia, la razón y las Escrituras y con ella, las así llamadas «objeciones bíblicas» a la fe católica. ¿Qué estoy diciendo? ¿Estoy diciendo que las Escrituras no son la palabra inspirada de Dios? ¡Jamás Dios lo permita! La Iglesia de Cristo está establecida sobre la base firme de la Palabra de Dios. Esa Palabra revelada ha venido a nosotros definitivamente en la persona de Jesucristo, la Palabra Encarnada. Su mensaje nos hallegado por medio de sus Apóstoles que predicaron el mensaje y lo entregaron oralmente a todos los que fueron designados para sucederlos como obispos de la Iglesia. La mayor parte del mensaje apostólico ha sido, de hecho, preservado en forma escrita. Sin embargo no hay ninguna indicación en absoluto de que Cristo quisiera que los cristianos fueran guiados solamente por las Escrituras(mucho menos por la interpretación privada de las mismas)
La naturaleza misma de las Escrituras nos lleva muy claramente a la conclusión opuesta. Son cosas escritas por miembros de la Iglesia a otros miembros de la Iglesia y tratan de cosas de importancia para la Iglesia. Además, todas y cada una de las partes del Nuevo Testamento, asume la existencia de un cuerpo de conocimientos común al escritor y a los recipientes del escrito.[25]
Ese cuerpo de conocimientos compartido es lo que encontramos en la Sagrada Tradición y que ha sido fielmente transmitido a través de los siglos. Se revela en la evidente uniformidad de la Iglesia primitiva, una uniformidad que es distintivamente católica. No debiéramos esperar nada menos porque el mismo Señor prometió estar con Su Iglesia «hasta el fin de la era».
Ser un estudiante de la Biblia es estar familiarizado con la maravillosa estructura de la Redención que se desarrola en sus páginas. Desde el Génesis a la Revelación vemos como suspenso crece a medida que el plan de nuestro Padre se revela. Finalmente, más de dos mil años después de recibido el Protoevangelio[26] el Hijo Encarnado de Dios aplasta la cabeza de la serpiente en la roca del Calvario. La Redención se ha realizado. La Iglesia ha nacido y la tarea de traer la redención a todos los rincones de la tierra ha comenzado. Para asegurar el éxito de Su Iglesia en su misión divina, nuestro Señor estableció una manera de que personas de cada generación pudieran tener un auténtico conocimiento de la verdad, pero esto no se limita solamente a las Escrituras. Necesitamos algo más que las Escrituras infalibles solamente. Además necesitamos un entendimiento infalible de ellas.
El entendimiento infalible nos llega a través de la tríada, divinamente establecida, de la Sagrada Escritura, la Sagrada Tradición y el Magisterio de la Iglesia. [27]
Es la Iglesia Católica que Cristo ha establecido el medio seguro de alcanzar la plenitud de la salvación. Creemos que Cristo nos trajo las mismísimas Escrituras y que las preservó a través de los tiempos con las verdades necesarias para su correcto entendimiento. No nos sorprende que el Apóstol Pablo, por inspiración del Espíritu Santo, se refiriera a la al Iglesia como «el cimiento y la columna de la verdad»[28]
[1] Bruce Sullivan es un converso al catolicismo. Anterior a sus conversión fue ministro de la confesión americana «Church of Christ» (Iglesia de Cristo una iglesia fundada por Alexander Campbell and Barton W. Stone a principios del siglo XIX, también conocidos como campbellistas)
[2] Sola Scriptura en latín significa «solamente la Escritura». El protestantismo en su mayor parte sostiene la idea de que la Biblia es completa y suficiente en si misma. El protestante ve a la Biblia como algo que prueba su propia autenticidad, cuyo sentido y significado son obvios y que contiene el total de la revelación divina sobre la voluntad de Dios, negando cualquier autoridad fuera de la Palabra de Dios.
[3] Judas 3 habla de la fe como algo «entregado a los santos», o sea a la Iglesia.
[4] El catolicismo cree que las Escrituras son materialmente suficientes. Esta creencia afirma que todos los dogmas de la fe católica están contenidos al menos implícitamente – si no explícitamente- en la Biblia. Las Escrituras no son consideradas como formalmente suficientes porque requieren un oficio magisterial vivo (el Magisterio de la Iglesia) para producir la interpretación y aplicación auténticas de su significado. Además, es la Tradición oral y viva de la Iglesia, recibida de los Apóstoles, que sirve como contexto en el cual las Escrituras son estudiadas y obtenidos sus verdaderos significados. Prácticamente hablando los católicos tienen fundamentalmente el mismo punto de vista. Es por eso que los protestantes no se limitan a distribuir Biblias. En cambio, envían misioneros y evangelizadores (maestros «entrenados») para asegurarse de que la gente llegue a la interpretación «correcta» de las Escrituras.
[5] Por «sentido unívoco y conspicuo» se quiere expresar la idea de que la claridad de las Escrituras es tal, que las hace prácticamente explicarse por sí mismas. Para que Sola Scriptura sea una doctrina funcional las Escrituras deben ser demostradas como unívocas (un solo sentido) y conspicuas (significado evidente).
[6] La palabra ‘canon» significa caña o vara en griego, en el sentido de un instrumento de medir, un método convencional. Con el tiempo llegó a tener el significado de catálogo o lista. Lo usamos en ése sentido (el canon o lista autorizada de las Escrituras).
[7] En tal caso, quien no es católico se ve en la poco envidiable posición de oponerse a la Iglesia Católica por medio de apelar a un libro (la Biblia) que depende de la autoridad de la Iglesia Católica para verificar su autenticidad.
[8] Geisler y Nix en su tratado, «A General Introduction to the Bible» (Moody Press, publ.) admiten que no hubo un canon uniforme y universal hasta después de la mitad del cuarto siglo (pp. 291-293). F.W. Mattox (Decano Presidente del Lubbock Christian College—una institución educativa campbellista), en la p. 73 de su libro titulado «The Eternal Kingdom» (Gospel Light Pub. Co., Delight, Arkansas), admite asombrosamente que el Canon del Nuevo Testamento permanecía sin atestar en el segundo siglo, por lo cual la enseñanza oral era el medio principal de transmitir la doctrina cristiana. Esto, concluye entonces, contribuyó a la dispersión de falsedades. Lo que ruega la pregunta: si Dios quiso que Su Iglesia se guiara solamente por la Biblia: ¿Por qué no permitió que se estableciera el Canon del Nuevo Testamento antes del cuarto siglo? La única respuesta razonable es que Dios no tuvo la intención de que Su pueblo se guiara «solamente por la Biblia».
[9] Esto es evidente desde el momento que la Iglesia fue totalmente opertaiva y funcional durante los primeros tres siglos de sus existencia aun cuando carecía de un canon uniforme.
[10] Aun una lectura superficial de los primeros manuscritos cristianos revelan que la Iglesia era claramente católica en fe y en prácticas. Tenía una jerarquía con el Obispo de Roma como su director visible; creían en la participación en el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía (Santa Comunión); creían el la regeneración bautismal y practicaba el bautismo de infantes (todo esto apunta claramente a una postura católica).
[11] Algunos protestantes afirman que la evidencia histórica por sí misma les permite definir el canon. Esto es una afirmación sin base. Ninguno de los cánones más tempranos está completamnete de acuerdo con los otros. Esto es porque fueron recopilados por individuos falibles que produjeron cánones igualmente falibles.
[12] 1 Timoteo 3:15.
[13] 2 Pedro 3:14-16
[14] Es decir la Iglesia Católica. La palabra «católica» aparece en documentos escritos por San Ignacio de Antioquía (ca. 106 A.D.) y es usada para referirse a la entera Iglesia universal y la distingue de las sectas heréticas que se formaron bajo la influencia de los gnósticos. La palabra «herejía» se deriva del griego usado para indicar un «pedazo» o «parte» (lo contrario del «total»). Por lo tanto una secta herética es por definición un pedazo o parte que ha sido arrancado del total de la Iglesia Católica. La secta eherética posee solamente un pedazo o parte del total de la fe, habiendo rechazado parte de la fe. Por otro lado, la Iglesia Católica, por definición, es la Iglesia que ha preservado enteramente el total de la fe tal cual fuera recibida de los apóstoles. Esto fue expresado especialmentebien por San Vicente de Lerins que escribió: «En la Iglesia Católica misma se debe ejercer todo cuidado para que nos aseguremos que nos adherimos firmemente a los que se ha creído, en todas partes, siempre y por todos.»
[15] Mateo 15:3-6
[16] Recordemos que Jesús nunca escribió nada, ni dió instrucción a sus discípulos de que escribieran nada. En cambio sí prometió permanecer con ellos (y consecuentemente con la Iglesia) hata el fin de los tiempos y prometió guiarlos por el Espíritu Santo. Los comisionó a predicar las Buenas Nuevas a toda criatura y eso es lo que ellos han hecho`
[17] Muchos de los que no son católicos desprecian la idea de que los obispos sean los sucesores de los Apóstoles. Con frecuencia insisten que los obispos, para ser considerados sucesores de los apóstoles, deben realizar milagros de la manera que lo hacían los Doce. Sin embargo los obispos no son sucesores de los Apóstoles en el sentido de tener que echar las bases para fundar la Iglesia, y para éso es que el don de los milagros fue otorgado. Los obispos son sucesores de los Apóstoles de manera que realizan las tareas que competen al oficio de superintendentes. Los Apóstoles mismos designaron superintendentes (epískopoi) en todas las iglesias para gobernar a los fieles en su ausencia. La virtual totalidad de los cristianos ha reconocido ésto y de hecho todas las denominaciones tienen oficiales de una forma u otra. Pero solamente la Iglesia Católica puede en verdad afirmar que sus obispos pueden rastrear su ordenación hasta los mismos apóstoles, todos y cada uno de ellos han recibido, enseñado y pasado a otros la misma fe que por casi dos mil años.
[18]2 Tesalonicenses 2:15
[19] Hechos 17:11
[20] En otras palabras, San Pablo presentó a Jesucristo como el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Por lo tanto los judíos de Berea examinaron esas profecías para ver si San Pablo les estaba declarando la verdad. Al hacerlo, vieron que Jesús cumplía las Escrituras del Antiguo Testamento.
[21] 2 Timoteo 3:16-17
[22] Para aprender a diferenciar entre el provecho y la suficiencia piense en un soldado alistándose para la batalla. Correr cinco millas por día sería realmente provechoso para prepararse para una batalla, pero no sería suficiente si se hiciera eso solamente. Un soldado debe también prepararse en tácticas, armamento, etc.
[23] 2 Timoteo 2:2
[24] Esto se ve en 2 Timoteo 1:13-14 donde llama a Timoteo a ser custodio, por el Espíritu Santo del tesoro que se le ha encomendado. Ese tesoro es el «modelo de sanas palabras» que ha «oído» de Pablo.
[25] Por ejemplo, cuando San Pablo escribió su primera carta a los corintios, comenzó diciendo «Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo. No tuvo que explicar quién era Jesucristo. ¿Por qué no? Por que sus lectores ya poseían la fe. Tenían un cuerpo común de conocimientos a saber, ‘el depósito de la fe.’ San Pablo asumía que ellos ya tenían el depósito de la fe. Esto es simplemente una enseñanza escrita construida sobre una enseñanza oral. Estas dos cosas iban de la mano y el entendimiento de lo escrito requería un conocimiento previo provisto por la enseñanza oral precedente.
[26] El Protoevangelio (gr. primer evangelio) es el nombre que se le da comúnmente a la promesa de Dios en Génesis 3:15 de levantar una Semilla de la mujer que aplastaría la cabeza de la serpiente.
[27] La palabra «magisterio» se deriva de la palabra latina para «maestro» y es usada en la Iglesia Católica para referirse al oficio de enseñanza de la Iglesia, según lo ejercen el Papa y sus obispos en unión con él.
[28] 1 Timoteo 3:15